jueves, 19 de octubre de 2023

Joyride, de Jack Ketchum

 

 

15 de abril de 2023

Una interesante y buena novela de terror realista, thriller criminal, o como nos dé la gana llamarlo.
Por un lado, tenemos un clásico argumento a lo James M. Cain y El cartero siempre llama dos veces; pero hete aquí que al señor Ketchum se le ocurrió incluir una trama paralela que, obviamente, se entrecruza con esta casi desde las primeras páginas: la de un psicópata en vías de convertirse en asesino de masas. Así, Ketchum aprovecha para mostrarnos las más diversas bajezas humanas, sin demasiada casquería y mucha acción en la carretera, pues esto no deja de ser una road movie. ¡Ah!, también tenemos a un poli bueno que intenta atar cabos del follón que le ha tocado en suerte.



En resumidas cuentas, estamos ante un Fargo (1994) o un Sangre fácil (1984) sin un ápice de humor, cosa que a servidor le parece un defecto de este tipo de realismo: el humor existe incluso en las situaciones más horribles y desesperadas. Suele ser de color negro, y a veces no tiene ni puta gracia. Pero está ahí, en la vida real, como las risas de la familia durante un velatorio. Es lo mismo que echo de menos en Cormac McCarthy: un viso, un guiño, un pequeño comentario, un detallito que me indique que los personajes (y el autor) tienen sentido del humor y, por tanto, son humanos y no sólo monstruos de pesadilla. (Curiosamente, Joyride se abre con una cita de Meridiano de sangre, de McCarthy, así que esto me tendría que haber puesto en guardia). En fin: me ha gustado, pero ni siquiera es tan bestia como me esperaba.


Ketchum tiene mucha clase, y me agrada leerlo. Es (era) un gran escritor con un enorme talento para retratar en blanco y negro y rojo esas monstruosidades cotidianas de las que hablaba más arriba. Pero, y aquí entramos en el inevitable, odioso terreno de las comparaciones, no me parece ni remotamente tan divertido como Richard Laymon, quien (no me cansaré de decirlo) está subestimado. O quizá es que yo soy imbécil, que también es probable.
Es obvio, por otra parte, que Ketchum no tenía las mismas intenciones que Laymon cuando escribía: Laymon quería divertir y divertirse; Ketchum estaba recogiendo historias que pretenden ser retratos psicológicos (incompletos, en mi opinión). Ketchum es (era) mucho más ambicioso en el terreno literario. En el epílogo a la novela, que es una especie de "cómo se hizo", Ketchum confiesa que se inspiró abiertamente en La bestia humana de Emile Zola, concretamente en la escena inicial. Palabras mayores, pues hace falta mucho valor para partir de ahí y decirlo abiertamente. (Laymon, a todo esto, era más aficionado a Hemingway que a los naturalistas franceses).
Joyride se publicó originalmente como Road Kill en 1994; sobre el cambio de título, no sé nada. La edición de Biblioteca de Carfax respeta el título original y es excelente, igual que la traducción de María Pérez de San Román o la portada de Rafael Martín.

 

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