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Lou Carrigan (1934-2024)
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22 de agosto de 2024
Me acabo de enterar del fallecimiento de Lou Carrigan, el más célebre nombre de guerra de este oficial (creo que llegó a general) del Ejército de las Novelas de a Duro: Antonio Vera Ramírez (2 de julio de 1934-29 de julio de 2024).
Siempre que sale a colación el tema de "los mejores autores de bolsilibros", e incluso "los mejores autores de novela popular española", el nombre de Carrigan está en las quinielas y en los listados. Es uno de los favoritos de casi todos los lectores, un peso pesado. Creo recordar que, de niño, era vecino de escalera de Rafael Barberán (Ralph Barby, otro peso pesado), y su hermano Francisco, fallecido en 2019, también ocupa un lugar destacado en el rankin bolsilibresco (coronel, por lo menos) bajo el pseudónimo de Mortimer Cody, entre otros.
Con su aire a caballo entre Sancho Gracia y Tom Jones, corpulento y seguro de sí mismo, Lou Carrigan tenía el aspecto que imaginamos en muchos de sus personajes masculinos: un tipo duro capaz de imponer la ley a golpe de puñetazos. Curioso es, pues, que su personaje más conocido a nivel internacional sea una heroína de armas tomar: la espía Brigitte "Baby" Montfort, publicada con gran éxito en Brasil, y a la que Carrigan dedicó unas 500 novelas cortas.
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Una de las centenares de aventuras de Baby Montfort, el personaje más longevo de Lou Carrigan, y estandarte de las heroínas de la novela popular española. |
Desde su primera novela, el western Un hombre busca a otro hombre (Salvaje Oeste nº43, Ferma, 20 de marzo de 1959), Carrigan pasó por todos los géneros de la novela popular con éxito, aunque está claro que su tendencia natural era la del suspense, la serie negra y la aventura de espionaje. Unas 1000 novelas llegó a firmar Antonio Vera Ramírez como Carrigan o con cualquier otro de sus muchos pseudónimos. Y su ingente trabajo, como sucede con nuestra literatura para el gran público, todavía está por reivindicar, por releer, por valorar.
Descanse en paz.
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Salvaje Oeste nº43, Ferma, 20 de marzo de 1959: la primera novela de Lou Carrigan.
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Es una tristeza y una falta negligente que admitimos el no haber traído a bordo del Matilda Briggs a Lou Carrigan hasta ahora. No tenemos excusa, y entonamos un mea culpa junto a nuestro pésame a los familiares del autor.
Lo que sí podemos hacer, a modo de homenaje y recuerdo, es recuperar un par de reseñas que, hace años, dedicamos a algunas de las más sobresalientes, extraordinarias obras de Lou Carrigan. Ambas están recomendadas por el que esto firma, pues son carne de inmortalidad literaria... si es que el atento lector se decide a hincarles el diente (son fácilmente conseguibles; palabra de honor). Cada vez que alguien lee una de sus obras, Lou Carrigan (es decir: sus pensamientos trasladados al papel, sus tramas sádicas, directas, violentas, apasionantes, divertidísimas) vivirá de nuevo. Y en eso consiste la inmortalidad, por ahora. La resurrección de los muertos se la dejamos a la religión católica y a los doctores Victor Frankenstein y Herbert West. Y casi mejor a estos dos últimos, que inspiran mayor confianza. A fin de cuenta, son científicos...
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En la boca del lobo (1973)
Reseña publicada originalmente en el blog Novelas de a duro, el 25 de julio de 2013.
En
la boca del lobo, de Lou Carrigan (Antonio Vera Ramírez; Terror nº36,
Rollán, 1973. Hay ediciones en Selección Terror nº183, Bruguera, agosto
de 1976, portada de Desilo —sin acreditar—; Selección Terror nº465,
Bruguera, 1982, no sabemos de quién es la portada; y Selección Terror
nº43, Ediciones B, 1993, portada de Alberto Pujolar reciclada de Selección Terror nº130).
No
todos los bolsilibros de Bruguera eran originales realizados ex-profeso
por los diversos autores para las diversas colecciones, sino que de
cuando en cuando —y al igual que hizo la colección Galaxia 2001 de
Andina/EASA hasta la saciedad— se colaba alguna novelita que ya se había
publicado en otra editorial. Por ejemplo, este En la boca del lobo,
que Antonio Vera escribió para Rollán en 1973.
Melville
Roark es un hombre hecho a sí mismo, posee una mina de carbón en
Alaska, un socio joven y de confianza, y una esposa bella, deseable y
mucho más joven que él.
Y mucho dinero.
Así
que no es de extrañar que la buena de Mae Roark y el joven Gordon
Owells hayan decidido que, antes de tomar la avioneta que los llevará a
Anchorage, tienen que matar a Melville y deshacerse de su cadáver.
Después, podrán gastarse su dinero en algún lugar paradisíaco.
Pensado y hecho.
Sólo que...
Bien,
en la avioneta, además de Charlie, el amabilísimo y simpático (y
pintoresco) piloto pelirrojo pecoso que siempre dice "¡Caracoles!",
viajan una par de mineros sin suerte que también van a Anchorage. Y en
mitad de vuelo, Mae se da cuenta de que, tras haber descuartizado el
cadáver de Melville y haberlo convertido en cenizas (con carbón, claro),
no limpió el hacha que Gordon utilizó para acabar con Roark. Hay que
dar media vuelta. Pero...
Pero
los dos mineros sin trabajo saben quién es Mae Roark y, a punta de
pistola, anuncian que nada de media vuelta, que el avión irá adonde
ellos quieran, y que Melville Roark tendrá que pagar 200.000 dólares por
recuperar entera a su mujercita. Pero...
Pero
cuando ya está claro que aquello es un secuestro, los motores de la
avioneta dejan de funcionar. Y lo que a este grupo de majísimos
exponentes del género humano les espera abajo, son los abetos, la
nieve... y los lobos.
Y esto no es más que el comienzo...
Una
novela estupenda, un thriller que parece una historia de los hermanos
Cohen (concretamente de los primeros hermanos Cohen, los de Sangre
fácil), y que resulta muy satisfactoria a cualquier nivel.
La recomiendo mucho, mucho, mucho.
(Otra reseña de esta novela, en este caso realizada por el amigo Francesc Barceló, se puede encontrar en su blog EL QUIOSCO DE LA RAMBLA).
SOBRE LAS PORTADAS:
Merece
la pena echar un vistazo al historial portadístico de esta novela que
cuenta, como ya han visto ustedes, con cuatro ediciones distintas.
No
hemos podido averiguar quién es el autor de la cubierta para la edición
original en Rollán (es la imagen que abre esta entrada) y tampoco hemos
conseguido dicha cubierta en una resolución mayor.
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Selección
Terror nº183, 1976. Portada de Desilo. Atentos a la errata en
SELEOCIÓN; una cosa bastante rara, puesto que estas cubiertas se
maquetaban con plantilla... ¿O estoy equivocado? |
Otra
edición de En la boca del lobo apareción en Selección Terror nº465, y
tampoco hemos podido averiguar quién es el portadista.
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Reedición en Selección Terror nº465. ¿Quién será el portadista? |
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Selección Terror nº43, Ediciones B, 1993. Portada de Alberto Pujolar (un reciclaje) |
La
cuarta edición de "En la boca del lobo" corresponde a Selección Terror
nº43, de Ediciones B. En este caso, se recicló una portada del gran
Alberto Pujolar, correspondiente a Selección Terror nº130 de Bruguera.
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Selección Terror nº130, Bruguera, 1975. Cubierta de Alberto Pujolar. |
ÍTEM MÁS:
Como
curiosidad animal, les dejamos aquí un par de portadas de bolsilibros
que también se titulan En la boca del lobo y que nada tienen que ver
con la novela de Lou Carrigan. (Hay montones de tebeos con ese título:
números de The Phantom, Jabato, El Corsario de Hierro, Jorge y Fernando y
otros muchos, alguna película, e incluso una novela de Karl May. Y más,
claro).
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Hazañas Bélicas nº441, Toray |
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Colección Pistolero nº82, Astri |
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Los
pajaritos ciegos, de Lou Carrigan (Antonio Vera Ramírez; La Huella
nº81, Bruguera, Barcelona, mayo de 1976. Portada de Salvador Fabá.
Reedición en Servicio Secreto nº1716, Bruguera,. 1983; y en Punto Rojo
nº50, Ediciones B, 1994).
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Servicio Secreto nº1716, Bruguera, 1983 |
El
psiquíatra Amos Grant decide prestar sus servicios a la policía de
Nueva York. Y llega en buen momento, pues hay un par de asesinatos
aislados que presentan puntos en común: cuerpos cosidos a puñaladas y,
detalle macabro, los ojos pinchados repetidamente con agujas
(post-mortem, por suerte). Para llevar a cabo la investigación, Grant
contará con la ayuda (o viceversa) del sargento de detectives Kester
Hyde, que es un poli de los buenos, de los duros, de esos que molan.
El
caso los llevará por lugares sórdidos, como una agencia de actores
porno, discotecas con muchas luces (recordemos que estamos en los 70)
ambientadas por grupos musicales compuestos no se sabe si por hombres o
mujeres (porque ¡llevan el pelo muy largo!), la casa donde viven dos
simpáticas ancianas —un poco raritas ellas— y otros lugares
divertidísimos... Y por supuesto, los héroes tendrán que vérselas con
asesinos a sueldo y con guapas mozas retozonas deseosas de echarse
novio. Todo esto, con el trasfondo de una serie de crímenes que, al
parecer, tiene su origen en los viejos buenos tiempos de un grupo de
amigos, que cuando eran niños hicieron algunas cosas de las que quizá no
estuvieran demasiado orgullosos...
Nuestro
amigo, el escritor Carlos Díaz Maroto, tiene en altísima estima este
thriller psicológico y bastante bestia del maestro Lou Carrigan, y no
seré yo quien le lleve la contraria, pues me lo he pasado bien. Yo diría
que la historia debe mucho a las muchas secuelas, imitaciones y
knock-offs realizados sobre el clásico Psicosis de Hitchcock (ni me
molesto en mencionar la novela original de Robert Bloch, eclipsada por
el filme), y quizá con cierta terrorífica película que no voy a
mencionar aquí para no dar más pistas... Todo esto, aderezado con una
pareja de polis que, para variar, no son "el poli bueno y el poli malo",
ni "los dos polis opuestos", pues en realidad, aunque uno sea un
veterano y el otro un psiquiatra, ambos son muy buenos a la hora de
repartir estopa.
Que
sí, que está muy bien la novelita, y cuenta con detalles tan
jodidamente escabrosos que, lo confieso, me revolvió las tripas. Muy
recomendable.
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Punto Rojo nº50, Ediciones B, 1994. |