La última novela de Arthur Hailey: Detective (1997). |
22 de noviembre de 2023
Voy a abrir fuego con escopeta de cañones recortados y cartuchos de postas para jabalíes, cosa que no me gusta hacer con ningún colega, vivo o muerto. Pero que nadie se escandalice, pues sigo siendo el mismo encantador de serpientes de siempre. Vamos allá:
No he realizado un gran descubrimiento con Arthur Hailey, ni me ha enamorado locamente su prosa, ni me he convertido en un incondicional de este autor británico nacido en 1920, veterano de la RAF durante la II Guerra Mundial, vendedor de camiones en Canadá, escritor de enorme éxito en California y, finalmente, esquivador de impuestos en Las Bahamas, donde falleció en 2004. No me he encontrado con un estilista, ni con un autor de grandes ideas, ni con un escritor originalísimo y único en su especie. Ni siquiera he dado con un contador de historias nato, como puedan ser Stephen King o José Mallorquí o Jack Higgins o Juan Gallardo Muñoz o... Lo que he hallado es un individuo que aprendió el oficio de escribir -sospecho que a base de garrotazos de los editores- y descubrió que la fórmula narrativa más elemental (tomen nota, que esta lección es gratis: suelta lo que tengas que decir sin más preámbulos y llega hasta el final) es suficiente para escribir una ficción, preferiblemente un thriller dramático (con historia de amor y frotamientos incluidos). También descubrió un truco, que consistía en recoger y utilizar de forma correcta (hay que subrayar lo de "correcta") un montón de detalles e informaciones que nadie en su sano juicio conoce -salvo quien esté en el ajo-, acerca de temas muy concretos, cotidianos y reales, pero en realidad desconocidos para el ciudadano de a pie. ¿Cómo es la vida de los pilotos comerciales? ¿Cómo funcionan esos subuniversos que llamamos "hoteles"? ¿Qué sucede en la industria automovilística, en general? ¿Cómo es un gran banco por dentro? ¿Cuáles son los entresijos de una empresa de producción y distribución eléctrica? ¿Y los de la industria farmacéutica? ¿Cómo viven los profesionales de un gran periódico? ¿Cómo es ser el Primer Ministro de Canadá?
Altas esferas (In High Places, 1962), de Arthur Hailey: las aventuras de un Primer Ministro de Canadá durante la Guerra Fría. Edición en castellano de la famosa colección Reno. |
Con las exhaustivas respuestas a estas preguntas y sin necesidad de una imaginación desbordante, Hailey conformó el 85% de su producción, más o menos. Y sí: a priori, esos temas pueden parecer un tostón de tomo y lomo. Pero claro, si los envuelves en una trama de suspense y acción y melodrama y amor pecaminoso colindante con la pornografía... ¡coño, te sale una novelaca que se la puedes vender a amas de casa, a señores, a chicos grandes, a papá, al abuelo y al tío Cirilo!
Por supuesto, lo que Hailey se planteó en su novela postrera fue: ¿En qué consiste ser policía y vivir inmerso en el mundo de la ley y el crimen?
Y su respuesta se tituló Detective (1997).
La edición original de Detective. |
***
Para entender el nivel de éxito de Hailey, creo que basta con decir que su esposa Sheila (segundas nupcias de Arthur, dato para los amantes del cotilleo literario) escribió en 1978 el libro I Married a Bestseller. Se publicó en castellano, en la editorial Emecé de Argentina, así que en España es poco menos que el Necronomicón y para conseguirlo hay que encargárselo a Iván Mur, a Lucas Corso o a Alfredo Lara y apoquinar pasta gansa. La contraportada del libro de Sheila Hailey (de soltera Dunlop) habla por sí misma:
Texto de contraportada de Me casé con un Best Seller. |
Me casé con un Best Seller, controvertida obra biográfica sobre Arthur Hailey. Me dan hasta ganas de leerla, a pesar de que la portada resulta... bien, ¿cuál es el antónimo de "atractiva"? |
"Con respecto a la fórmula, sus posibilidades parecen inagotables. Una vez publicadas Hotel y Aeropuerto con éxito, ¿cuánto falta para que aparezcan Centro Comercial, Parking y Basurero?"
Aeropuerto, en la vieja edición de Círculo de Lectores. Cada vez que se encuentre con ese lomo en una librería de segunda mano, ¡chupito! |
La tardía incursión de Hailey en el género policíaco me ha interesado lo suficiente como para tragarme por completo sus quinientas y pico páginas. En verdad, creo que Hailey, como personaje y como fenómeno literario, me ha interesado más que su obra. De ahí las parrafadas introductorias.
Pero echemos un ojo a la sinopsis del libro:
Malcolm Ainslie, sargento de detectives de Homicidios del Miami Police Department (MPD), recibe la llamada de un cura desde el Corredor de la Muerte: el preso Ellroy Doil, contraviniendo el sentido común y las leyes de la Iglesia Católica, quiere confesarse con el individuo que lo atrapó y lo llevó a la cárcel. Doil es un asesino serial obsesionado con el Apocalipsis bíblico, que durante años ha torturado, vejado y matado a parejas de ancianos, dejando tras de sí ciertas pistas bastante crípticas. El sargento Ainslie, que antes de ser poli fue sacerdote, logró descifrar esas pistas, precisamente por su conocimiento de la Biblia. Pero maldita la gana que tiene Ainslie de hablar con el Animal, como llaman a Doil. Pero al reo le quedan horas de vida, pues le espera la silla eléctrica.
De cualquier modo, nuestro protagonista deja de lado una importante reunión familiar (el cumpleaños de su hijo y su suegro, ¡hala, todo a la vez!), para enorme disgusto de su sufrida esposa, y se dispone a hacer un viaje contrarreloj para escuchar lo que el Animal tenga que decir... pues si Doil confiesa "como Dios manda", quedarán resueltos definitivamente unos cuantos casos, todavía abiertos.
Y lo que Doil le cuenta al sargento es una auténtica bomba, que tendrá graves consecuencias tanto en el trabajo profesional de Ainsley, como en los crímenes sin resolver, y en un importante caso que casi todos habían dado por cerrado...
Hasta aquí, lo que se puede contar del argumento pergeñado por Hailey para enganchar a su legión de lectores de supermercados, grandes almacenes, salas de espera de aeropuertos, estaciones ferroviarias y de autobuses, etc.
Sheila y Arthur Hailey. |
Pero ¿qué hizo en realidad Arthur Hailey en Detective? Pues aplicó la fórmula de la que hablábamos más arriba. Y escribió una novela policial que podríamos calificar como procedimental y, por tanto, emparentada directísimamente con nuestra querida serie de la Comisaría 87 de Ed McBain. Y tan procedimental, pues Hailey nos cuenta no sólo el sueldo anual de los policías de Miami en 1997 (como hacía McBain en cada novela de los agentes de la ley de Isola), sino que saca a desfilar a todo el escalafón departamental, desde el patrullero hasta las más altas instancias; nos cuenta cómo se asciende y por qué; detalla el procedimiento forense, y el de identificación; nos da un paseo por el Departamento de Casos Abiertos; incide en las cuestiones legales que implican a los fiscales y a los jueces que firman órdenes de registro y permisos de entrada, salida, allanamiento o intervención de cualquier tipo. Y además de todo detalle técnico que el lector pueda imaginar, Hailey también recoge la "cara B", es decir, los dimes y diretes de los diversos agentes, la diferencia entre el Departamento de Miami con respecto al de Los Ángeles, la cuestión racial, femenina y de cuotas en la policía, y su historia y evolución. En Miami tenemos capitanes jamaicanos, detectives chicanos, inspectores caribeños, y agentes de ambos sexos arriba, abajo y en mitad de la escala. Hailey habla de todas estas cuestiones sin tapujos, a veces con un deje progre que en realidad suena a conservador...
El libro está dedicado "a la memoria de Stephen L. (Steve) Vinson, que fue sargento y detective de Homicidios del Departamento de Policía de Miami, consejero y buen amigo, muerto a los cincuenta y dos años, poco antes de que yo terminase este libro". Es evidente que Vinson (1942-1995) fue la principal fuente de información para Hailey en el apartado técnico e histórico; pero es que, además, los personajes de la narración opinan y critican muchos aspectos del sistema judicial y del funcionamiento de la policía: desde la Ley del Menor a los chanchullos para ascender, pasando por las maneras de destruir la carrera de un agente, el "alarmante ascenso de la criminalidad", los pros y contras de la pena de muerte, la corrupción policial, la injerencia de los políticos, la hipocresía del sistema ante los asesinatos (que los hay prioritarios y secundarios)... No tengo ninguna duda de que muchas de las opiniones que vierte Hailey son, en realidad, de Vinson. Y tampoco dudo que algunas de las opiniones más extremas, como las que favorecen la pena de muerte, reflejan el pensamiento del lector de las novelas de Hailey. Otra cosa es si el autor era republicano, demócrata o mediopensionista. Quién sabe.
La primera novela del Distrito 87, de Ed McBain. |
En fin, la mayoría de estos asuntos, no por reales menos peliagudos y controvertidos, se recogen y retratan en la larga serie de McBain, al que, imagino, Hailey debió no leer, sino estudiar con lupa. (Pido disculpas al lector, pero me resulta inevitable recurrir una y otra vez a la comparación de nuestro autor con el creador de la Demarcación 87). Lo que no hizo Hailey es intentar imitar el magnífico estilo de McBain, pues las novelas procedimentales de este último conjugan la investigación policial pura y dura con largos pasajes más o menos floridos y poéticos, reflexivos y filosóficos, sobre la Ciudad, que es un personaje más, o el principal, en los casos del Distrito 87. Por su parte, Hailey se centra en su protagonista, el ex sacerdote Malcolm Ainsley, y nos relata, siempre en retrospectiva (bastante forzadilla, pero supongo que efectiva para un lector no demasiado exigente), toda su vida y la de su familia. Y exactamente lo mismo hace con los otros personajes principales, como el Animal o la comandante Cynthia Ernst, dos caracteres salidos de una puta pesadilla.
Hailey no nos ahorra los detalles más escabrosos de los asesinatos principales, ni de otros muchos delitos, delirantemente obscenos (violaciones, pedofilia, torturas a menores...), que conforman la trama. Lo más parecido que encontramos a McBain en Detective es un excurso, intercalado dentro de la historia principal, y encajado correctamente en la cronología de los hechos, donde se cuenta de cabo a rabo un caso "normal" del Departamento de Homicidios. (No es que McBain no mostrara las escabrosidades del crimen; es que no las trataba de un modo sensacionalista). Como en las novelas de McBain, el hecho de que diversos casos sin relación se solapen aporta verosimilitud a la historia. Y en Detective, tenemos unos cuantos de esos.
Podríamos seguir hasta la eternidad hablando de algunos detalles curiosos de esta novela, como la omnipresencia del componente religioso o la dura crítica a la clase alta de la sociedad, que no puede caer más bajo... O podríamos señalar que, en la Comisaría 87 de Isola, cuando aparecen los detectives de Homicidios, son un par de gorilas siniestros y tramposos, mientras que aquí, son los santos agentes de la justicia.
Pero todo eso no importa. En síntesis: Detective es un procedimental de vieja escuela, pero pasado por la fórmula del bestseller bien informado y sin tirabuzones literarios. Según la crítica norteamericana, cuando la novela se publicó en 1997, ya olía a producto vintage, pero eso sí, era "vintage Hailey", el de "toda la vida" y con su sello personal. Está claro que Hailey se despidió de la literatura de masas con un thriller policial un tanto anticuado, pues cuando apareció la novela, los aficionados ya habían leído El silencio de los corderos de Thomas Harris, muchas obras de James Ellroy, a Elmore Leonard, a Andrew Vachs, y si me apuran, a Barry Gifford.
Si uno es capaz de tragarse la bilis de cierta moralina explícita y un poco reaccionaria (y ¿cómo no va a hacer eso un aficionado a Mickey Spillane, por ejemplo?), puede lograr una lectura simpática, disfrutable e incluso con destellos de inquietud. No estamos ante una obra maestra, claro que no, ni pretende serlo. Detective es, sin duda, un producto fabricado, cuidado y diseñado para vender mucho y, a ser posible, vender los derechos cinematográficos (cosa que consiguió: hay un película, creo que para televisión, con Tom Berenger, Jessica Lang y Charles Durning, entre otros).
Es una novela entretenida. Y estoy razonablemente seguro de que, en algún momento, cuando me tope con Hotel o Aeropuerto (o El apagón, o Medicina peligrosa, o Ruedas, o Traficantes de dinero...) en una librería de segunda mano, sopesaré el ejemplar, comprobaré el tamaño de letra y, muy posiblemente, se venga a casa conmigo.
(Lo sabía. Al final, le he tomado cariño a Hailey...)
P. D. del 23 de noviembre
¡Casi se me olvida! En Detective tenemos un par de nuevos miembros que pasan a engrosar nuestra Biblioteca de Babel: el mismo detective Malcolm Ainsley, coautor de un libro sobre religión comparada, Civilization's Evolving Beliefs; y Patrick Jensen, un escritor de novela criminal que empezó como bestseller y tuvo una carrera que declinó por culpa de sus muchos vicios y amistades peligrosas. No sé, pero me temo que la elección de un escritor norteamericano de serie negra que va cuesta abajo en dirección a la mierda para hacer cierto papel en la historia, suena a Hailey tomándose la revancha contra alguien de carne y hueso. Sería muy extraño eso, en el mundillo literario...
La traducción de Víctor Pozanco es muy competente, y servidor sólo se ha percatado de una o dos erratas sin importancia. Esto, en un libro publicado en 1999. Compare el lector ese nivel de pulcritud con cualquier volumen de Planeta publicado en 2023...
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