15 de noviembre de 2023
El ex detective Dave Gurney se está convirtiendo, como quien no quiere la cosa, en un excelente lugar de retiro cuando mi mundo (concretamente, mi salud) se ve seriamente trastocado. Sin duda alguna es una cuestión de estilo y tono, pues el padre literario de Gurney, John Verdon, está demostrando que es un escritor muy competente. Sé que Verdon va por la octava novela de Gurney (Let the Devil Sleep, de 2012, es la tercera), y no me puedo imaginar cómo ha logrado mantener a su personaje en ese estado de jubilación anticipada que lo lleva una y otra vez a resolver los crímenes más complejos y a ir perdiendo pedazos de sí mismo por el camino. Es como si el grueso del Canon de Sherlock Holmes transcurriera a partir de 1903, en Fulworth (Sussex Downs), y no en Londres durante las décadas de 1880 y 1890. Me parece que servidor (y posiblemente, también Arthur Conan Doyle) ya habría mandado a Gurney de paseo por Suiza, a que viera los hermosos paisajes de los Alpes y lugares tan emblemáticos como las Cataratas de Reichenbach. (Quizá Verdon ya lo ha mandado a Niágara y no me he enterado. Repito que voy por la tercera novela de la serie y, sin que sirva de precedente, la estoy leyendo en orden).
En esta ocasión, el misterio se le presenta al maltrecho Gurney en forma de la hija de una amiga, que está preparando un reality show televisivio sobre los familiares de las víctimas del Buen Pastor, un asesino en serie que asesinó a seis personas diez años atrás: todas las víctimas eran ricas y conducían un Mercedes de color negro. La chica tiene un novio acosador bastante chugo, y el caso del Buen Pastor, que quedó impune y envuelto en el misterio, es demasiado perfecto, redondo, conveniente y ejemplar, de acuerdo con Gurney, para ser cierto. Así que, aquí llega el bueno de Dave, con sus acúfenos adquiridos en la entrega anterior y su actitud de "yo en realidad no quiero líos, estoy retirado" para ponerlo todo patas arriba y lograr que le prendan fuego a su granero y enemistarse peligrosamente con el FBI. ¡Ah!, y también logra que el Buen Pastor salga salga de su cueva para seguir asesinando a los parientes de sus primeras víctimas. Y... Gurney tendrá que resolver el caso que nadie resolvió en un plazo de 48 horas. Y... bueno, ya se imaginarán, ustedes...
La versión española de Javier Guerrero es muy competente, salvo un par de errores sin importancia que me han saltado a los ojos como una araña cangrejo gigante oculta en una cueva, tras las cataratas de un lago termal. No se lo tengo en cuenta.
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La serie de David Gurney, hasta el momento, combina bastante bien el concepto de novela detectivesca con el de thriller de terror. Últimamente se habla y se escribe bastante sobre la categórica diferencia entre la serie negra y la narración de detectives que, en efecto, son géneros muy distintos y complementarios. El punto de interesección sería, acaso, el thriller... En fin: con Verdon y su Gurney, en esos territorios nos movemos, sin salir de casa, sin prisas...
John Verdon, el creador de Dave Gurney. |
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