martes, 4 de junio de 2024

Noticias de ayer: Una antigua raza de gigantes en México (1843), por L. E.

El abate Clavijero

 

Dedicado a Óscar Mariscal, que también gusta de auparse a hombros de gigantes.
 

Para una completa comprensión del siguiente artículo de L. E. (autor mexicano sin identificar, por ahora), es necesario conocer la figura del abate Clavijero, nacido en la Nueva España en 1731 y fallecido en Bolonia en 1787. Se trata de un personaje real que bien podría pasar a la ficción en un santiamén; de hecho, la dramaturga mexicana Román Calvo (Norma Román Calvo es su nombre completo; no la confunda el lector con el Sherlock Holmes chileno creado por Alberto Edwards, que sí es un personaje de ficción) lo convierte en uno de los protagonistas de su pieza teatral Más allá del mar (Missa brevis), estrenada en 2002. La obra trata sobre el momento, en 1767, en que los jesuitas fueron expulsados de América por orden del Rey de España; Clavijero, como ya hemos apuntado, recaló en Europa tras la expulsión.

Clavijero es un precursor del indigenismo (la defensa a ultranza de las costumbres de los originales nativos americanos y de sus costumbres), un estudioso de los idiomas precolombinos, un historiador polémico, y quizá el máximo exponente del movimiento de la Ilustración en América. Encontraremos a Clavijero citado en casi cualquier estudio de cierta extensión sobre la Historia de México, en cualquiera de sus aspectos, y su figura recibió toda la atención y reivindicación de políticos, investigadores y literatos mexicanos tras la independencia del país en 1810.

Personalmente, creo que el abate Clavijero fue un agente de los Nueve Desconocidos (o como mínimo, un delegado de un agente de los Nueve), que sólo recibió autorización de sus superiores (no en la Orden de Jesús, sino en la sociedad secreta de inmortales) para sacar a la luz algunos de sus muchos descubrimientos y observaciones. Lo de los gigantes en América, pienso, debió pasársele por alto a los Nueve, pues es un asunto que, con posterioridad, se ha descalificado y desmentido con, quizá, un interés excesivo. Como ya hemos comentado en alguna otra ocasión, hay veces en que la abrumadora ausencia de pruebas, lo que acaba demostrando es un ocultamiento intencionado. (Véase, por ejemplo, el relato "¿Cómo se llama esa ciudad?" de R. A. Lafferty).

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