lunes, 24 de junio de 2024

La niña de las tinieblas (1974), de Laird Koenig

Ilustración de Farré Huguet para la edición de Círculo de Lectores (1975), que es la que yo he leído y que se puede encontrar por precios cercanos al euro. (Esto, sin desestimar la edición reciente de Impedimenta, con trad. de Jon Bilbao).


Hacia el 15 de enero de 2024

Un buen acicate para los que disfrutamos comentando en público lo que nos ha parecido tal o cual lectura es encontrarte con la crítica negativa de una obra que a ti te ha parecido, al menos, bien.

Esto me ha sucedido con The Little Girl Who Lives Down the Lane (1974) de Laird Koenig (1927-2023), pues tras leerla, he dado con una micro reseña fechada en 2004, y recogida en la ficha del libro en La Tercera Fundación, donde un lector se despacha con saña contra la obra de Koenig, y por pedir, pide incluso que el autor sea Patricia Highsmith, cosa que, me parece, no era la intención de nuestro escritor. E hizo muy bien Koenig, pues Highsmith sólo hay una, y nos odia a todos. Koenig, por su lado, no creo que odiara al género humano, aunque es posible que nos considerase unos payasejos, o quizá unos imbéciles. Los escritores suelen ser bastante escépticos, cuando no apocalípticos, en cuanto a la humanidad se refiere. Los autores que "nos dan esperanza" son los que se dedican a la autoayuda, una disciplina literaria muy poco literaria, y que se fundamenta, sobre todo, en el pensamiento mágico y en la mentira (que no en la ficción). La autoayuda es peligrosa, como es peligroso creer en mentiras. Creer que "sólo basta con quererlo" o que "la fe mueve montañas" se parece, por ejemplo, a creer en brujas y a quemarlas en hogueras. Pero basta de esto. Volvamos a Koenig.

 

Laird Koenig, hace muchos años.


Aunque aquel primigenio lector de 2004 no realiza lo que se dice "una gran argumentación" (pues se limita a hacer afirmaciones sobre los puntos que considera negativos en la novela: "Los personajes son irreales, la protagonista tiene unas reacciones inverosímiles, y la exageración siempre acaba en caricatura, lo que sucede con los malos de la novela, que de puro malos resultan ridículos"), se expresa lo bastante bien como para resultar perfectamente respetable... al menos, como persona que tiene una opinión y sabe expresarla. No obstante, también sospecho que no debió leer la novela en circunstancias óptimas, sino todo lo contrario, pues entre su opinión y la mía van el día y la noche, que nunca se juntan, aunque un par de veces se rozan cada veinticuatro horas. No digo que sea imposible que te disguste La niña de las tinieblas (así se tituló en la versión traducida al alimon por, atención, Sebastián Martínez y ¡Luis Vigil! en 1974), pero lo cierto es que una novela relativamente breve (a ojo le calculo unas 45.000 palabras), que está escrita con gran soltura, posee dosis de humor y de ternura y, al mismo tiempo, esa proverbial mala leche propia de (ah, ahora sí) Patricia Highsmith o Ana Colchero o Daphne du Maurier, o bien, la mala sombra de los más oscuros capítulos de Alfred Hitchcock presenta. Yo diría que esta obra es, con todo el derecho del mundo, un clásico de la literatura de terror norteamericana de la década de 1970, como pueden serlo El exorcista y Carrie, por citar un par. (Y como esas dos, nuestra novela también tuvo adaptación cinematográfica).

 


 

Casi, casi, casi estamos en el caminito que conduce al cinismo mágico de Roald Dahl, pasando por un poco de costumbrismo estadounidense (a la manera del gótico sureño, en algunos detalles), y un ritmo impecable que logra evitar distracciones y nos conduce por donde quiere Koenig: sobre todo por el camino de la duda, pero también por el camino del "porqué" y, por ahí hasta el plato de golosinas que es el final de la novela.

 

Una vieja edición de Bantam, en rústica, de nuestra novela.


Quizá esté siendo demasiado críptico y un tanto tripodológo felino (este campo de investigación, la Tripodología Felina, lo inventó Umberto Eco en El pendulo de Foucault), cuando debería haber ido directamente al argumento: Rynn acaba de cumplir catorce años y vive con su padre, escritor inglés, en una casa alejada de un pueblo en una isla, cerca de New York. Rynn se ha criado en Inglaterra y los usos y costumbres de los yanquis le resultan ajenos y groseros. Además, su padre parece que brilla por su ausencia en la casa. Siempre está fuera, de viaje, o demasiado ocupado para atender a los vecinos. Hmmm...

 


 

Rynn recibe visitas no deseadas de distintas personas: unas, la quieren bien; otras, no. Por ejemplo, hay chico poco mayor que Rynn que sabe hacer trucos de magia y, sin duda, la quiere bien (y mucho). Por ejemplo, hay un hombre que es el hijo de la dueña de la casa, que quiere a Rynn de una forma ilegal e inmoral, y ese individuo posee un historial que lo demuestra. Hay un policía local que la quiere bien. La casera la quiere mal, y es una vieja bruja malvada que no sabe nada de hechicerías.

Por otra parte, Rynn... bueno, Rynn tiene secretos. Por ejemplo, ella sabe qué sucede con su padre. Y es muy inteligenteb. También es un poco paranoica, pero eso no quiere decir que ellos no la estén vigilando.

Y... creo que ya he dicho suficiente.

***


En mayo de 2023, la Editorial Impedimenta, conocida por lo primoroso y cuidado de sus ediciones, dio rienda suelta a una nueva traducción de nuestra novela, esta vez vertida a castellano por el escritor Jon Bilbao, y bajo el título La chica que vive al final del camino. Acertada, la idea de sacar esta novela del olvido y reintegrarla a las estanterías de las librerías de fondo.

Koenig escribió ocho o nueve novelas más, todas inéditas en español, con la excepción de su primera incursión literaria: The Children Are Watching (1970), escrita en colaboración con su amigo Peter L. Dixon. Los niños vigilan, en versión de Enrique de Obregón, se publicó como número 32 de la colección Esfinge de Noguer (1974), famosa por el muy reconocible diseño de cubierta realizado por Manfred Sommer, y en la que se puede encontrar todo tipo de series negras de gran calidad, firmadas por muchos clásicos de la época: la inevitable Highsmith, Giorgio Scerbanenco, John Le Carré, Trevanian y muchos otros.

En cuanto tenga ganas de leer una relato de niños que me incomode, me pondré con esta otra novela. (Creo que no va a pasar mucho tiempo hasta que le hinque el diente, pues la tengo por aquí, demasiado a mano...)

 

Los niños vigilan (1970), la otra novela de Koenig en castellano.

***


Una nota del 22 de junio de 2024

Me entero por un post de mis amigos de Librería Estudio en Escarlata dedicado a las novedades aparecidas durante la pasada Feria del Libro de Madrid, que entre dichas novedades se encuentra Los niños están mirando (junio de 2024), nueva traducción de la novela de 1970, esta vez a cargo de Alicia Frieyro.

 

 

¿Significará esto que, en 2025, tendremos edición española de alguna novela inédita de Koenig? Por ejemplo... ¿The Disciple (1983), por mencionar una al azar?

Bueno, ya veremos...



 

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