(De Facebook)
16 de julio de 2023
Terminada la excelente novela El elixir negro de Elizabeth Engstrom, que da más de lo que yo pedía (esto es un halago), me voy a revisitar a uno de mis autores de cabecera, uno de los más odiados. En A Writer's Tale (1998) dice, entre otras muchas cosas:
"Pongamos a esas personas que se meten por casualidad en un libro mío porque no se han fiado de la portada o simplemente por curiosidad o por lo que sea... y de repente se encuentran con una situación que los conmociona y ofende profundamente.Quizá, en ese punto, deberían dejar el libro. Desecharlo y coger, por ejemplo, uno de Tom Clancy. O de Mary Higgins Clark. O de Franklin W. Dixon.Si no dejan de leer mi libro, entonces se merecen lo que les pase.¿Qué clase de estúpidos son? Si no te gustan las espinacas, no comas espinacas. Y en concreto, no te las comas y luego te pongas a llorar. “¡Tío, odio las espinacas! ¡Son una mierda! ¡Son VERDES!”Pues come maíz, idota.Y déjame en paz."
Yo soy de los que "se meten en un libro suyo" a sabiendas y perfectamente motivado, y la experiencia me dice que Laymon nunca te lleva a engaño, y rara vez te decepciona. Lástima que perdiéramos a Richard Laymon hace ya veintidós años, que se dice pronto.
Hoy toca Funland (1988), que no existe en español.
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