(De Facebook)
26 de julio de 2023
“Somos escritores de terror. Somos mierda de perro en los zapatos de la literatura. Nuestros familiares y amigos se avergüenzan de nosotros. ‘¿Por qué no escribes algo bonito?’, dicen. Los lectores en general se apartan con tal de evitar la adquisición de cualquier libro identificable como ‘de terror’. La mayoría de la gente de la industria editorial apenas nos tolera. Dudo que exista un escritor de terror al que sus agentes y editores no lo hayan urgido a que abandone el género e intente escribir alguna otra clase de ficción. Saben que el terror ‘no vende’. La gente no quiere leer terror.Pero el caso es que lo leen, ¿verdad?”Richard Laymon, "A Writer's Tale", 1998
Una vez finalizado el extrañísimo, retorcido, surrealista "Los cristales soñadores" de Sturgeon, una obra que podría convertirse en libro de cabecera de muchos colectivos (si la leyeran, cosa que no va a suceder; pues sólo las personas leen, no los colectivos), regresamos de nuevo con el maestro Laymon en su última entrega de las "Crónicas de la Casa de la Bestia", que se titula "Friday Night in Beast House" (agosto de 2001). Es una novela cortísima que apareció meses después del fallecimiento del autor, y que cierra la serie que comenzó con "The Cellar" (1980; en castellano, "El sótano"), una obra polémica y divertidísima que no gusta a los actuales "popes" del terror en USA. A Laymon se le acusa de ser un "mal escritor", desde el punto de vista estilístico, y que eso hace que sus novelas sean fallidas, aburridas, etc.; que el problema no es la violencia explícita, pues existen autores que recogen más y mejor violencia de ese tipo, y son buenos escritores. Por otra parte, también se le acusa de tratar temas "intolerables".
Personalmente, pienso que tendría que ser una cosa o la otra: o te parece un pésimo escritor y su triperío y burradas te dan igual (que es lo que argumentas cuando eres un crítico o un lector del género), o bien, que te parece excesivo, desde una perspectiva moral.
La verdad es que Laymon tiene obras extremas, con las que, definitivamente, te coge por la garganta y te obliga a mirar lo que no quieres ver. Y eso es un logro. Para mí, es uno de los pocos autores a los que leo con precaución, pues ya me ha volado los sesos en alguna que otra ocasión.
En fin, vamos con la última entrega de "La Casa de la Bestia". Una pena que ni esta cuarta parte, ni las dos anteriores, existan en castellano.
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