8 de mayo de 2024
Esta mañana he vivido un momento muy especial: he conocido en persona a Peter Van Door, Alain Noel, Roy Damm, Lewis Mahoney, Jean-Luc Cartier, Alexander Demarest, Henry W. Bagley y Ronnie Foster.
Es decir, a José León Cano Ramírez, periodista, ensayista, poeta y narrador español, nacido en Albacete el 9 de abril de 1943, y criado en este enclave oscuro donde acechan monstruos, brujas y ummitas, y al que ha vuelto de visita hace unos días. José León Cano es autor de una treintena de relatos de terror, la mayoría publicados en la mítica colección de Ediciones Uve Biblioteca Universal de Misterio y Terror (en adelante, BUMT), concebida y dirigida por José Antonio Valverde en 1981, que contaba con la icónicas ilustraciones de cubierta del gran Victoriano Briasco, fallecido en 2007.
José León era uno de los dos "asesores especiales" (el otro fue Pedro Montero) de aquella publicación, ampliamente difundida en Latinoamérica, y con mucho más predicamento al otro lado del Atlántico que en España. (A nadie le extrañará esto, me temo). Sus cuentos de miedo están realmente bien escritos, y merecen su recuperación inmediata (cosa de la que, por supuesto, hemos hablado hoy). Por el momento, en ULTHAR 20 tendremos su relato "Vampiro", que apareció en BUMT nº9 (1981), y que en opinión del que esto firma, es un homenaje y una vuelta de tuerca al célebre "El almohadón de plumas" (1907) de Horacio Quiroga: tengo la suerte de que, en breve, podré averiguar si estoy en lo cierto, pues se lo podré preguntar a José León.
Ilustración de Briasco para el relato "Vampiro", de José León Cano.
Entre sus historias podemos encontrar a cualquier monstruo clásico imaginable, pastiches de los Mitos de Cthulhu (incluida una adaptación de un texto célebre de Lovecraft y Zealia Bishop), parapsicólogos devenidos en occult doctors, caníbales, etc.; todo ello servido con una pátina estilística de sabor clásico que evoca a M. R. James, a August Derleth, a Ray Bradbury, a Richard Matheson... Personalmente, y de forma subjetiva, al leer a Cano Ramírez me viene a la mente una y otra vez el recuerdo de los cuentos de Joseph Payne Brennan (norteamericano creador de Lucius Leffing, holmesiano investigador de lo paranormal), al que en España hemos visto sobre todo en antologías y en un único volumen dedicado a su obra. De hecho, pienso que José León Cano es ese autor con el que te tropiezas en una de esas antologías tituladas Horrores IV o Espantables macabradas o Los mejores relatos de terror según un señor de Camberra, y de repente te das cuenta de que estás como en casa con unas zapatillas viejas, que eso es lo que buscabas, que estás disfrutando con la familiaridad (y la siniestrez) de uno de esos raros escritores que te llevan, pasito a pasito, hasta el cadalso prometido por la literatura de miedo. Y piensas: "Joder, ojalá todos los cuentos de esta antología fueran de este individuo".
Estoy ante el tercer autor de la BUMT al que conozco en persona; los otros dos son el llorado y añorado Carlos Saiz Cidoncha, y el escritor Daniel Tubau, que empezó a publicar con Valverde a la tierna edad de diecinueve años, y ha dedicado gran parte de su tiempo a la televisión. (De Cidoncha no hace falta que explique nada, pues es uno de los grandes de la literatura de imaginación española a los que no vamos a olvidar jamás).
***
Este feliz encuentro con José León Cano se ha producido gracias a varias personas y circunstancias. Primero, está mi viejo amigo José María Carrancio Cuesta, connoisseur y diletante de la arqueología ibérica, escéptico estudioso de la Historia del Ocultismo (lo que lo acredita, si no como Doctor de lo Oculto, al menos como Bachiller de lo Oculto), y ávido amante y admirador de la BUMT. Con este miembro de la Tertulia de Albacete (la de literatura de fantasía, terror, ciencia ficción y textos afines cogidos por los pelos) es con quien he podido discutir repetidas veces, y desde hace muchos años, sobre la colección de Valverde; y fue gracias a él que me propuse investigar a los autores. Y descubrí que había un albaceteño entre ellos.
Un paseo por la Red de Redes me llevó a la madrileña Tertulia Rascamán, coordinada por el poeta Javier Díaz Gil, y ahí encontré que José León Cano era uno de los integrantes de esas reuniones. (Esa tertulia se realiza en una cafetería muy próxima a la Plaza de Santiago -muy cerca del Palacio Real y el de la Ópera-, donde residí durante un par de años; lamento no haber sabido de su existencia hasta ahora). También descubrí que José León había dirigido revistas sobre arqueología e historia, que era periodista y un poeta reconocido a nivel nacional con tres libros de poesía publicados, que había recibido varios premios literarios, que Miraguano había publicado en 2002 su libro de viajes El vuelo de la serpiente (subtitulado Viajes Precolombinos, tradiciones clandestinas y enigmas arqueológicos de Mesoamérica), que la editorial andaluza Almuzara había publicado en 2016 Tras las huellas de Al-Andalus (Las montañas mágicas), y que con suerte, podría contactarlo.
Eso lo conseguí por medio de y gracias a Javier Díaz Gil: Javier me facilitó el correo electrónico de José León, quien me escribió antes de que yo pudiera reaccionar. Pasaron semanas hasta que le di respuesta, y más semanas hasta que me propuse telefonearlo. (Muchos amigos y colegas del ramo editorial y literario conocen mi proverbial inconstancia en el contacto, mis misteriosas ausencias a la caza y captura del yeti, y mi inexcusable renuencia a responder misivas). El día 7 de mayo marqué el número de José León, y cuán grande y grata no sería mi sorpresa cuando me dijo que se encontraba en Albacete, visitando a viejos amigos. En esos momentos, el autor se hallaba en un café del emblemático Pasaje de Lodares, a dos manzanas de mi casa.
La vida, a veces, se porta como si nunca hubiera roto un plato.
***
José María Carrancio y José León Cano Ramírez. Bar Fiesta y Paz (Albacete), 8 de mayo de 2024. Fotografía de Alberto López Aroca. |
El encuentro con José León Cano Ramírez se produjo en la cafetería Fiesta y Paz (el logotipo es una paloma bebiendo una jarra de cerveza), base de operaciones actual desde la que, sentados, vemos desfilar a los actores del Gran Teatro del Mundo.
Allí me aguardaban José María Carrancio, José León Cano y su amigo de la infancia, Jesús (ambos nacieron el mismo día del mismo año), que nos dejó para que "hiciéramos negocios". Los negocios fueron breves, y José León me dejó con la impresión de encontrarme ante una personal de inteligencia excepcional: se las arregló para preguntarnos sobre nosotros, en lugar de dar respuestas a nuestras curiosidades y contar batallas ancestrales. También, parece que ha redescubierto Albacete como un lugar donde se encuentra muy cómodo ("como si hubiera nacido aqui", dice con retranca), y que necesitaba "gente de su palo, de su cuerda" aquí.
La ha encontrado. Asegura que estará a caballo entre Madrid y Albacete. Y es bienvenido siempre que le apetezca visitarnos, y lo aguardamos con los brazos abiertos.
Resulta, José León, que tienes por lo menos dos hogares.
Alberto López Aroca y José León Cano Ramírez. Bar Fiesta y Paz (Albacete), 8 de mayo de 2024. Fotografía de José María Carrancio. |
Qué buena es esa colección. Yo tengo un puñado de esos libros. Saludos desde Chile.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Saludos desde España.
ResponderEliminarHay que escanearlos y ponerlos al servicio del pueblo
ResponderEliminarSólo por curiosidad: ¿Cree usted que José León Cano hubiera escrito todos sus relatos si no hubiera cobrado por ellos? Y lo que es más: ¿cree usted que José León Cano podría brindarnos nuevos textos, si pensara que su única retribución iba a ser "escanearlos y ponerlos al servicio del pueblo"? Porque si la respuesta es negativa, no habría textos que "escanear y poner al servicio del pueblo".
EliminarTómelo en consideración y, si es tan amable, responda con su propio nombre. Saludos.