martes, 12 de diciembre de 2023

Los misterios de la India (Ciclo Piratas de la Malasia nº2), de Emilio Salgari

Edición de Sopena que recupera (y toquetea tontamente) la traducción de Carmen de Burgos de 1911 de I misteri della jungla nera. Es la presentación de Tremal-Naik y su ayudante, el maharato Kammamuri: un cazador de serpientes arrogante y un poco psicópata, junto a un exquisito torturador, son los buenos de la historia. Imaginen cómo son los malos...

9 de diciembre de 2023

Pues yo sigo a vueltas con Salgari, sea para niños, para grandes o para orangutanes de la selva de Borneo. Al contrario que la antología de relatos El brick del Diablo (1923), que corre rauda e imparable en su prosa directa, cuento tras cuento, la novela Los misterios de la India (I misteri della jungla nera) es un largo correcalles melodramático que, por momentos, se torna tedioso. Diré en descargo de Salgari que, o mucho me equivoco, o la traducción es bastante culpable de la pesadez con que se desarrolla un texto que, básicamente, se compone de acción, acción y acción.

Primero debo señalar un par de puntos: la edición de Sopena (ver la imagen superior) no es la mejor ni la más cómoda de leer. Se publicó en 1979 y no acredita nada ni a nadie. La portada es un bonito óleo de quién sabe quién (seguro que el Abuelito del Desván nos podrá orientar), pero la traducción... la traducción está fusilada de la primigenia y original versión realizada por Carmen de Burgos (alias "Colombine", autora de la vampírica novela corta "La mujer fría", de 1922), realizada para la Editorial Maucci en 1911. Y lo que hizo Sopena, aparte de fusilar (o reutilizar por completo, pero sin acreditar) dicha traducción, fue recortar brevemente algunas de las notas a pie de página que salpican la obra de Salgari y... cambiar la fecha en que transcurre la acción.

 

Carmen de Burgos "Colombine" en 1913.

En el original italiano de Gli strangolatori del Gange (1883), que en 1895 se convertiría en el volumen I misteri della jungla nera, se dice que la acción da comienzo en "la tarde del 16 de mayo de 1855". En la traducción original para Maucci de Colombine, el año pasó a ser 1885: es de imaginar que los editores pensaron acercar un poco la cronología para que a los lectores de inicios del siglo XX no les pareciera tan anticuada.

Pero es que en Sopena, el año se convirtió en "19...", y se quedaron tan anchos.


La edición está repleta de pequeñas erratas que no entorpecen mucho, pero molestan. También, está el puñetero empleo del voseo, algo que es cosa de Carmen de Burgos: se trata de una forma respetuosa de hablar que, en 1911, había desaparecido por completo, sustituida por el "usted" que llega hasta nuestros días, y este anacronismo no ayuda en nada a la lectura. Que cazadores de serpientes, asesinos thugs, fakires y marinos cipayos hablen unos con otros como si se encontraran en mitad de una obra de Shakespeare o en un tebeo de Thor de los de Stan Lee y Jack Kirby parece cosa de risa. Si el contexto fuera el de la piratería durante el siglo XVII, la cosa colaría (es lo que hizo Juan Gallardo Muñoz con su docena de novelas de piratas, allá por el año 2000); pero en la India colonial británica de mediados del XIX, y entre maleantes y asesinos... rechina, y mucho.

 

La primera edición de Maucci (1911).

 

***

Me ha interesado el hecho de que esta novela, que transcurre en la India, en los meandros del Ganjes, en realidad esté dedicada casi por completo a la secta de los thugs, los infames estranguladores hindúes, adoradores de Kali, que tuvieron su momento de fama internacional durante la década de 1830. Desde aquella época, en que se supone que los británicos destruyeron las diversas (y en realidad, un tanto escasas) logias o agrupaciones de thugs, estos personajes han vuelto a aparecer y reaparecer periódicamente, en la ficción y en la realidad, hasta tiempos relativamente recientes. En algún momento, me tomaré la molestia de ofrecer por aquí unos cuantos de los extensos artículos sobre el tema que se publicaron en España desde 1839 hasta bien entrado el siglo XX, pues resutan fascinantes y muy instructivos.

Lo curioso es que, mientras que Salgari escribe una novela con un heroico y enamorado protagonista que da bandazos arriba y abajo sin ton ni son, y con una trama que se pierde en sí misma una y otra vez, al mismo tiempo nos ofrece un imposible retrato de los thugs que, por una parte, resulta absolutamente maniqueo y absurdo, y por otra, es complejo, rico en matices. Qué contradicción, pardiez.

Al principio de nuestra historia, los thugs son el típico grupo de maleantes de ínfima categoría, sectarios de esos que viven hacinados en pagodas subterráneas, y cuyas vidas, si fueran reales, no tendrían el más mínmo sentido. Es decir: ¿qué cojones hace esa gente escondida bajo tierra y acechando tras los árboles de la jungla, durante todo el santo día? ¿Qué clase de vida es esa? ¿Cuándo ven a sus familias? ¿A qué hora comen? ¿Practican algún deporte? ¿Juegan a las cartas de vez en cuando? O bien ¿se limitan a "acechar", por si alguien aparece por sus dominios?

Esto es lo que Salgari describe en la primera parte de la novela: unos malos con un "líder carismático" (ya ni me acuerdo de su nombre), enfrentados a Tremal-Naik, un héroe de hierro, o de bronce, o de cualquier metal que aguante muchos golpes, y tan descerebradamente berserkr y cerril como sus adversarios.

Sin embargo, en la segunda parte de la novela, donde los thugs son principales protagonistas y no sólo tipos a los que defenestrar, Salgari nos habla del "honor entre asesinos", y de un movimiento político y religioso cuyo objetivo es acabar con la dominación británica. Y los thugs, que los hay de varias clases y categorías, son personitas más o menos de carne y hueso, como sus víctimas.

He dicho "Salgari nos habla". Falso. Lo que hace Salgari es mostrarnos todo lo anterior, que es algo más difícil que simplemente contarlo. Ahí sí brilla el autor.

Un grupo de thugs, cegando los cuerpos de sus víctimas.


La anécdota de la novela es trivial: Tremal-Naik, cazador de serpientes que vive en los sunderbunds -donde el Ganjes se convierte en una región venenosa y mefítica, repleta de islotes poblados por serpientes, insectos y tigres, y también donde acaban por cuajarse los cadáveres de indios arrojados al río desde Calcuta y otras ciudades-, cree haber tenido la visión de una joven de inigualable belleza junto a un enorme banano. (Este banano es un tipo de árbol muy especial, que es en sí mismo todo un bosque). La aparición se repite, y el intrépido indio sale en busca de la dama... que es real como la vida misma y no un fantasma. Y además, está presa de los discípulos de Kali que viven (malviven) bajo el dichoso banano, en una red de subterráneos. Si añadimos que la joven (niña, pues tiene catorce años) es la hija secuestrada de un oficial inglés, y que a Tremal-Naik le importa un bledo su seguridad y tiene por mascota a un tigre que se llama Darma... pues ya se hará una idea el lector de que aquí va a encontrarse con un montón de violencia desmedida, hazañas imposibles (y en muchos casos, ridículamente innecesarias). Nada que se parezca en realidad a un mensaje político y revolucionario.

Un par de detalles impactantes: hay una escena de tortura que ejecutan Tremal-Naik y su fiel Kammamuri sobre un thug al que han apresado para que cante La Traviatta, que resulta bastante gráfica: al thug le queman los pies en una fogata y, como el pringado se niega a hablar, Kammamuri saca un instrumento especial, de metal, que garantiza buenos resultados... Así las gastan los buenos de esta historia.

El otro detalle que me ha impresionado aparece en la segunda parte de la novela, y es un fakir que, en secreto, es sectario de Kali. Se le describe como un esqueleto andante que lleva alzado su brazo izquierdo de forma permanente, como si estuviera disecado. En la mano, fuertemente ligada con cuerdas, hay tierra y crece un mirto sagrado. Las uñas han crecido hasta que han atravesado la palma y "asoman como colmillos".

Ya sólo por esta poderosísima imagen, ha merecido la pena el viaje.

Con todo lo que he dicho y lo mucho que me ha costado terminar la novela, sé que volveré pronto con Salgari, supongo que con Sandokán. A ver si es tan bueno, tan malo o tan regular como dicen unos y otros.

2 comentarios:

  1. Pues resulta que no recuerdo haber leído esta novela, pero la imagen del faquir que ha dejado que su mano se seque en lo alto y que sus uñas le atraviesen la piel sí que la recuerdo. ¿Esposible que saliera en El Brick del Diablo? Ese libro corría por casa de mi abuela y tengo pendiente leerlo

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    1. Pues precisamente "El brick del Diablo" lo he leído y reseñado hace unos días, y no, ahí no aparece el fakir. ¿Es posible que salga en la adaptación al cine, o en alguna de las adaptaciones a tebeo? A lo mejor va por ahí la cosa...

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