Es el siguiente un artículo absolutamente maravilloso e imprescindible, que trata un asunto que viene de antiguo: el de la mítica isla de San Brandán, el fantástico viaje que realizó el monje escocés, y los espectrales avistamientos de esta isla viajera. Atención a la figura del discípulo de Brandán, el monje Maclovio (o Malo, o Maló) y sus poderes para ¡resucitar a gigantes! Sobre este asunto y otros afines, descartados por la escuela bolandista jesuítica de hagiografía como apocrypha deliramenta, escribieron Washington Irving, Emilio Salgari e incluso servidor de ustedes, entre otros muchos.
El viaje original es digno de Ulises y Simbad y, hoy más que nunca, excita la imaginación y toca la sirena que llama al sentido de la maravilla. No se pierdan este texto anónimo, publicado originalmente en el diario El Pabellón Nacional (Madrid), el 13 de agosto de 1865.
Probablemente, ese ULMO que se menciona sea el origen Tolkieniano del nombre del Vala de los Mares, aliados de Elfos y Humanos, que les conduce a través de las Islas Mágicas, de regreso a Valinor.
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