Ayer estuve firmando ejemplares de mis libros en el Altozano de Albacete, y lo hice en compañía de la familia Soriano, un clan en expansión (porque siguen dando frutos, unos vivos y con forma de personas pequeñitas, otros de papel, también diminutos y escuetos como recién nacido), con los que mantengo amistad desde hace más años de los que puedo recordar.
Tuve la suerte de compartir la mesa y el sol de justicia de 12 a 14 horas con Clara Soriano, autora del librito de haikus (eso todo el mundo sabe lo que es, más o menos) y senryus (eso ni yo sé lo que es, pero se parece a los haikus) titulado Paseos con la yaya. Me lo traje a casa. Es muy bonito, y el diseño de Ezequiel, hermano de Clara, es tan sobrio y efectivo que no puede servir para otra publicación que no sea ese minivolumen de 12 x 12 cm.
Paseos con la yaya, de Clara Soriano (2024, suponemos, porque a Ezequiel se le pasó poner el año). |
Hacía mucho tiempo que no me detenía a charlar con Frutos (Fructuoso) Soriano, el padre de las dos criaturas que menciono arriba, porque siempre nos vemos por la calle y no tenemos tiempo para intercambiar nada más que un hola, un adiós y un espero que estéis bien.
Frutos, junto con su amigo Ángel J. Aguilar Bañón, han conseguido tras muchos esfuerzos, lecturas en público, libros impresos, charlas y otro tipo de actividades subversivas que Albacete se convierta en una ciudad de haikus (o haikús, o hai-kais, o haikais). El éxito reside en la difusión del concepto, procedente de Japón y adaptado a las necesidades métricas del español, y a que parece una forma poética sencilla y al alcance de la mano de cualquiera. Fue a Frutos y Ángel a los primeros que oí hablar de haikus; hoy, hay certámenes albaceteños y montones de libritos de haikus, unos serios, otros en broma (estoy pensando en Juan García Rodenas y sus "jaicas"), y supongo que asociaciones del haiku y maratones.
No es ningún secreto que no soy un adepto de la poesía, precisamente, pero tolero bien los haikus, precisamente porque son breves. Eso es de agradecer en un mundo en que demasiada gente dice demasiadas pocas cosas en demasiadas palabras. El haiku es, por definición, sintético (como los cuentos) y, por lo tanto, no puede hacer daño a nadie. Lo cual es un logro.
Todo esto me sirve como excusa para contar que dentro de un rato, volveré a estar en el Altozano para firmar mis libros, y he quedado con Frutos y Clara (y no sé si Ezequiel) para mostrarle una novela de a duro de Pedro Víctor Debrigode Dugi, publicada hacia 1945-46 (no lleva fecha, la edición que yo tengo), que se titula Huracán sobre Asia, y pertenece a la serie de El Fantasma (nº3), un súper héroe creado por Debrigode para la efímera y extinta colección Superhombres de Bruguera (nº9).
Huracán en Asia (El Fantasma nº4), de Pedro Víctor Debrigode Dugi (h. 1946). De la 2ª edición, con cubierta distinta y reutilizada para todas las reediciones de esta colección. Bruguera, qué mundo... |
El Fantasma es un justiciero con súper poderes (o súper recursos) que se parece a La Sombra de Maxwell Grant (Walter Gibson), o al bizarro Yuma de Rafael Molinero (Guillermo López Hipkiss), identidad secreta del científico Ramón Trévelez.
Le comenté a Frutos que en Huracán sobre Asia (novelita que me regaló hace poco mi gran amigo Alberto Cabrera, responsable de las quedadas bolsilibrescas de Barcelona), se habla de los hai-kais, y que Debrigode incluso se permite el lujo de dejar que uno de sus personajes componga uno. Y además, el improvisado poeta recibe una dura crítica.
Además, en contra de los cánones modernos, el haiku de Debrigode tiene cuatro versos. Dice así:
Esto es lo que ha concebido el teniente Melton, de los Fusileros Reales Indios, para complacer a su novia. El mayor Cyril Benson, comandante de los fusileros, lo pone a caer de un burro, verso por verso... pero alaba su brevedad.
A Frutos le llamó mucho la atención la existencia y el conocimiento de los haikus en la España de la inmediata posguerra. Hoy tendrá ocasión de echar un vistazo y comprobar que, en la literatura popular enterrada y olvidada, se ocultan saberes que el mundo ha obviado.
Ya puestos, me voy a llevar también la novela La espada del samurai (1943), segunda de la serie de Yuma de Molinero-Hipkiss, donde el autor hace gala de unos conocimientos enciclopédicos sobre Japón. Y además, es muy divertida.
La espada del samurai (Yuma nº2, 1943), por Rafael Molinero (Guillermo López Hipkiss). |
Mi haikai de previsión atmosférica para esta mañana dominguera de firmas en el Altozano es la siguiente:
Muchas gracias, Alberto, por tus cariñosas palabras y disculpa que no hemos podido ir a la Feria del libro por líos familiares. Un abrazo fuerte y muchas gracias de nuevo por la información tan interesante.
ResponderEliminarSuscribo las palabras de mi padre. No dudo que habrá otra ocasión. El lunes por la tarde pasaré a ver si hay suerte. Por cierto, qué facilidad para escribir con calidad... De nuevo, muchas gracias por tus cariñosas palabras. Ha sido un placer, compartir mañana contigo y leerte.
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