Y lo cierto es que me falta información, lo miren como lo miren. Ni siquiera sé con certeza en que año se publicó (y mucho menos se escribió) King Blood (La Sangre de los King en nuestro país), la mejor novela -a juicio de este lector- de Jim Thompson. Según la edición de Bruguera Libro Amigo (número 771, o 50 de acuerdo con la numeración Novela Negra de esa colección), el copyright de Thompson es de 1979. Pero claro, el bueno de James Myers Thompson, nacido en la reserva india de Caddo (Oklahoma) en 1906, falleció en 1977. Y en el prólogo a alguna edición española posterior (no de esta obra maestra, sino de alguna otra) se habla abiertamente de cierta obra póstuma (¿El embrollo, quizá?, pero el caso es que nadie menciona La Sangre de los King. Vamos, como si nadie la hubiera leído, salvo servidor y algunos amiguetes. ¿Qué sucede? ¿Le da vergüenza a los críticos hablar de la versión "oscura, realista y crepuscular" que Jim Thompson hizo de esa otra obra maestra -en este caso televisiva- que es la serie Bonanza?
Y es que la intención del presente articulillo no es destripar los entresijos (ni tan siquiera el argumento) de lo que servidor considera lectura obligatoria para cualquier ser humano: La Sangre de los King es la novela más violenta que jamás he leído. Estupenda, sí. Y divertida. Lectura de un tirón. Apasionante. Blablablá. Pero sobre todo, violenta. Me río yo de las burradas del irlandés Garth Ennis en sus Preacher y Punisher, y por supuesto, de las tontunas truculentas de Richard Laymon, "el maestro del gore". Mariconadas...
La
palabra clave no es "tripas", amigos, no, sino "violencia". Y la
violencia -y lo sabrán aquellos que han leído a Thompson más allá de 1.280 almas o El asesino dentro de mí, no se queda en pegar muchos tiros, dar muchas hostias, o contabilizar muchos muertos (estoy pensando en James Hadley Chase y su El secuestro de Miss Blandish, y no en las animaladas de Spillane en sus novelas de Mike Hammer).
No me voy a dignar a explicarle a nadie en qué consiste la verdadera
violencia de Jim Thompson. Lean ustedes sus veintimuchas novelas (y los
inencontrables relatos cortos como "El cáliz de Cellini", que Juan García Rodenas localizó recientemente en un ejemplar de la extinta revista Alfred Hitchcock Magazine), y sabrán de qué diablos estoy hablando. Y punto. Ni una palabra más sobre esto.
El drama de La Sangre de los King, para servidor de ustedes, radica en que es la visión alanmooriana de Bonanza,
esa saga encantadora que tantos padres de nosotros recuerdan con
verdadero cariño, y que en verdad merece la pena revisionar a estas
alturas de la vida, pues en contra de lo que Stephen King dice en su Danza Macabra -un libraco publicado por Valdemar aquí, veintitantos años demasiado tarde-, Bonanza
no sólo no produce sensación consciente de irrealidad, sino que
consigue introducirte en ese mundillo recreado alrededor del Lago Tahoe y
Carson City, como sucede con el buen teatro en directo. ¿Tengo que
recordarle al lector aquel episodio en que Leslie Nielsen,
sheriff sudista y veterano de la Guerra de Secesión -y pacifista
anti-NSA-, se sube a la torre del campanario para liarse a tiros con los
viandantes? ¿O el episodio a lo Psicosis? ¿Los episodios humorísticos, en los que suena la musiquilla aquella de "Esta yegua no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris"? ¿O qué?
(Como
asumo que el escéptico lector no me cree, me remito a que visite a
horas de postre cualquier cadenucha televisiva local o regional, donde
repongan la serie una y otra vez, y que le dé no una oportunidad, sino
tres. Si con eso no se convierte en fan de la familia Cartwright -el patriarca Ben, el bonachón Hoss, el pequeño Joe y el desaparecido Adam-, ya puede ir pensando en bajar a la Labradora para comprar cinco metros de cuerda y ahorcarse).
A lo que íbamos: ¿No es usted de Bonanza? ¿No? ¿En serio? Bueno, pues sepa que Jim Thompson -¡sí, el gran Thompson, el guionista de Senderos de Gloria y Atraco Perfecto!- sí que lo era. Y King Blood es la prueba de ello.
Ahora llegamos a ese punto en que a usted le gustaría
saber de qué va la novela, ¿verdad? Pues ya he dicho que no pienso
destripársela a nadie. Pero eso sí: Es Bonanza. Es ese Oeste
americano inocente, con sus indios payute (en este caso osage, porque no
hablamos de Nevada, sino de Oklahoma, patria de Jim), sus INDIAS
-echémonos unas risas en honor de Kevin Costner y los indios de Bailando con lobos, que es muy bonita y tiene una música preciosa, pero es mentira-, sus hermanos Cartwright -perdón, hermanos KING-, su Ben Cartwright -bueno, Ike King, el viejo King-, y ese mundo tan hijo de puta que Michael Landon, Pernell Roberts, Dan Bloker y Lorne Greene supieron tan bien retratar... con cafeína y mucho azúcar, claro.
No cómo el bastardo de Jim Thompson, que lo contó tal y como era EN REALIDAD.
Menudo pedazo de cabrón. Y eso que es sólo su novela del Oeste...
José Luís González dijo
Confieso que Thompson es una de mis asignaturas pendientes, de quien sólo he leído 1280 almas y disfrutado de algún guión de cine como el de La huida del maestro Peckimpah.Consultando enciclopedias veo que la novela está fechada en 1973, ningún dato más. Seguiré su recomendación e intentaré hacerme con una copia.
Por cierto, veo que también disfruta usted con Richard Laymon, un autor divertido, alucinante y alucinado; de cuya amplia producción apenas hay publicada en nuestro país una pequeña fracción. Hace años consideraba la lectura de obras como Apagadas están las luces o Sangre en el bosque un placer culpable, pero con el tiempo creo que es un autor del que se puede disfrutar con total naturalidad. Saludos.
sherlockholmes dijo
Amigo José Luis:Tienes razón, de Laymon sólo conozco en castellano las dos novelas que mencionas, pero tiene muchas más (yo conseguí un par en inglés, una de ellas acerca de un circo donde se exhibe a una vampira, nada menos...)
Estoy convencido de que Thompson no te va a decepcionar. Para mí, es uno de los Tres Grandes, junto con Hammett y Westlake (éste último sobre todo en su encarnación de Richard Stark, con su serie sobre Parker).
Luis Miguez dijo
Esa acepción de "alanmooriano" que ha hallado usted en este artículo merece que el adjetivo cobre carta de naturaleza. Tremendo.Y, efectivamente, me deja usted con esa sensación. Madre mía, qué pondrá en este libro que le ha dejado así...
Marcelo dijo
King Blood no parece un gran libro, no, no está bien, qué va. Por cierto, he recordado que había una canción de los Surfin que se llama así.José Luís González dijo
Efectivamente, estimado Holmes, la producción literaria de Laymon fue bastante pródiga. Cuando el gore se puso de moda a comienzo de los ochenta, RL se erigió en el monarca de la vertiente literaria del subgénero. De hecho, ciertos críticos denunciaron que se trataba del enésimo seudónimo de Stephen King, hecho que provocó un furioso desmentido de King. En castellano hay editados unos diez títulos, todos descatalogados salvo "El espectáculo del vampiro", al que usted hace referencia en su edición USA.Sobre su triunvirato del género negro coincido con Hammett, reitero mi casi desconocimiento de Thompson y Westlake me deja un poco frío, salvo el ciclo Parker, al que llegué gracias a la interpretación de Lee Marvin en "A quemarropa".
El mío lo formarían Hammett, Chester Himes y Raymond Chandler, de quien me apasionan sus personajes y sus diálogos. Saludos.
sherlockholmes dijo
Estimado don Luis:Estoy de acuerdo, a ver si la RAE recoge pronto lo de alanmooriano (pues ¿no es cierto que en TV se habla todo el tiempo de espectáculos DANTESCOS, o que los telediarios son cada vez más KAFKIANOS?)
Y sí, "King Blood" es muy grande...
Señor Marcelo Corleone:
En efecto, no lo parece, sino que lo es.
Amigo José Luis:
Está claro que hacer listas de "los más grandes" da mucho de sí... Me parece que voy a empezar a abrir alguna sección al respecto en este blog, pues resulta muy divertido. Además, en esos intercambios de listados siempre acaban apareciendo nombres insólitos y novedosos (no es el caso de los autores que estamos citando... creo que a ambos nos gusta apostar a caballo ganador, ¿verdad?)
Abrazos a todos,
Alberto
No hay comentarios:
Publicar un comentario