Hace unos días, tuve el inmenso placer y honor de participar en Código Pulp, el podcast realizado por mi amigo y colega, el escritor Hernán Migoya. A Hernán lo conozco, como mínimo, desde 1995 o 1996, año en que mi hermano Sergio Bleda me llevó de la mano a visitarlo en el stand de Ediciones La Cúpula del Saló del Cómic de Barcelona para presentarle proyectos y, sobre todo, muestras de ilustraciones de amigos dibujantes de Albacete. Desde entonces hemos coincido un montón de veces; lo volví a visitar en Barcelona con Sergio, esta vez en la redacción de La Cúpula (recuerdo que me enseñó el tomito recopilatorio en inglés de City of Glass, adaptación de la novela de Paul Auster que había realizado David Mazzuchelli, que iban a publicar en tres números de la colección Brut Cómics); y luego nos hemos encontrado en saraos diversos en Albacete y Madrid. Siempre nos saludamos con un abrazo. (Se lo doy yo, que soy muy de contacto físico).
Hernán es el creador de un personaje literario, Manu Williams, que por desgracia, me temo, está olvidado y va pidiendo rescate inmediato. También es autor de un montón de tebeos, novelas y libros de relatos; tiene narices que fuera por uno de estos últimos que Hernán se hiciera famoso a lo bestia: Todas putas (2003) desencadenó un escándalo censor, caza de brujas en toda regla, como no habíamos visto en España desde tiempos de Franco, posiblemente. Todo en ese asunto es lamentable, salvo el libro de Hernán, y lo peor es que muchos escritores profesionales, supuestos compañeros, se posicionaron frontalmente en favor de la censura y del linchamiento público. Esto es algo que, desde una perspectiva ética, me parece horrible, y sólo se explica por una cuestión de filiaciones políticas, oportunismo y uno de los pecados capitales más odiosos de mi lista personal: la falta de elegancia, que es casi peor que tirar piedras contra tu propio gremio, un gremio frágil como las vanidades de los autores, ignorado por el público, y cada vez más irrelevante, como indicó en su día Alan Moore. Hoy, los que favorecen la censura son legión.
Se diría que todo esto ya es agua pasada, pero lo cierto es que Hernán ya no vive en su país natal, sino en Perú. Podría contar más batallas (que no batallitas) de Hernán, como su paso por el fangoso mundo del cine y otras sordideces; o la aventura que vivió cuando se fue a Estados Unidos en busca de Charles Williams (del espíritu de Williams, en realidad; Williams se suicidó en 1975, como tantos otros escritores a lo largo del tiempo) para escribir la enorme biografía titulada La tormenta y la calma (2001).
Además de todas estas anécdotas, Hernán es un riguroso fanático de la cultura popular en todas sus manifestaciones, y como tal, reivindica lo improbable y, en ocasiones, lo imposible. En el apartado de la literatura popular, es un enamorado de los viejos autores españoles de bolsilibros, así como de sus inmediatos predecesores, surgidos de las cenizas de la guerra civil. Una de sus principales obsesiones es El Coyote de José Mallorquí, y para hablar de don César de Echagüe, de la obra de Mallorquí, y de lo humano y lo divino, me invitó Hernán a su podcast Código Pulp.
Aquí tienen el resultado, por si gustan escucharlo. (Y en este enlace, el resto de episodios).
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