lunes, 15 de julio de 2024

El hombre divergente (2008), de Marc R. Soto

 

Edición de marzo de 2008.


12 de julio de 2024

Que yo sepa o recuerde, nunca he coincidido en el espaciotiempo con el santanderino Marc R. Soto (la R. es de Rodríguez). Y eso es curioso, porque no sólo somos coetáneos (nació en 1976, como servidor), sino que también ha frecuentado muchas de las amistades que compartimos. Yo conocí su obra a través de la antología Aquelarre (2010), de la que ya hemos hablado aquí en otras ocasiones, y me pareció que su relato, "Gatomaquia", era uno de los mejores del volumen antológico que realizaron Pablo Mazo y Antonio Rómar para Salto de Página. Javier Vidiella, del Consejo de Redacción de Ulthar, siempre me ha hablado muy, muy bien de Soto, y esta curiosa antología publicada por AJEC en marzo de 2008, e hilvanada a la manera de lo que llaman fix-up a falta de una palabra equivalente en castellano (cuentos entrelazados por un hilo argumental, por débil que sea, a la manera de las antologías orientales clásicas, El Conde Lucanor, el Sendebar, Calila e Dimna, Cuentos de Canterbury, la Primera Parte de Don Quijote de la Mancha, El Decamerón, etc., etc.), me la he zampado enterita en un par de días. Es breve pero intensa, y recoge diez relatos y una novela corta, Mosquitos, que nos dan una idea de cómo estaba el panorama fantaterrorífico en España hace quince años, pues Soto me parece un autor realmente representativo de "tirador solitario" bastante apartado de asociaciones y agrupaciones. Pero esto último es una consideración personal; tampoco conozco tanto su trayectoria.

 

Aquelarre (2010), de nuevo por el Matilda Briggs.


Soto se ha ocupado de hacer que mi lectura quede obsoleta, pues en ediciones posteriores de El hombre divergente, ha ampliado con cinco cuentos más su volumen, y me temo que será capaz de repetir la jugada dentro de unos años.

En algún momento entre 2008 (año en que se publicó el volumen del que hablamos) y 2012, Soto decidió que su camino literario pasaría por la autogestión de su obra, sin intermediarios y, actualmente, sus nuevas publicaciones y las reediciones de obras antiguas pasan por Amazon. Sabia y más que respetable decisión la del autor, aunque es una pena que el mundo en que vivimos sea el que es, y Soto no haya tenido la oportunidad (todavía) de alcanzar la notoriedad que merece: estamos ante el autor que logró publicar dos historias (una de ellas fue "El hombre divergente") en la prestigiosa Ellery Queen's Mystery Magazine, y recabó sólo Cthulhu sabe cuantos premios durante la primera década del siglo XXI.

 

Este número doble, de 2010, contiene "The Divergent Man" de Marc R. Soto. (Atención a la compañía que tuvo Soto en este número: Bill Pronzini y Joyce Carol Oates, entre otros muchos autores).

 

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Algunos de los relatos de Soto son piezas que encajan perfectamente en el concepto de "terror no sobrenatural", y se solapan sibilinamente con el "relato criminal", que está emparentado con la serie negra. Ahí entramos en el terreno del thriller, aunque ese término rara vez se aplica al cuento corto, pues parece que es más propio de la novela o del cine. En ese caso, estaríamos hablando de "suspense", es decir: el amplio abanico de las películas de Alfred Hitchcock y de las obras de Robert Bloch, pasando por el Pisuerga hasta las sutiles burradas grandguignolescas de Roald Dahl. "Gatomaquia" ronda por estos andurriales, igual que "Bella y tierna historia de amor", "Regreso al bosque" y "Sushi", un brevísimo relato casi costumbrista, psicológico y realista... hasta cierto punto. Estas cuatro historias son realmente buenas e inquietantes, y hay que leerlas como cuentos de terror criminal del mejor tipo.

Y, ya de pleno en el mundo del terror fantástico, tenemos el resto del libro, incluido la mencionada Mosquitos, una curiosísima version de un tema clásico e inevitable de la ficción de horror (es la obra en la que más se nota la influencia de Stephen King en Soto), que pasaremos por alto para no destripar la historia. "El hombre divergente" es una narración pesadillesca de mundos alternativos que sirve de nexo para el resto de los cuentos. "Permutación", "37 arañas" y "Volverás" son relatos de apenas dos páginas cada uno, pequeños aguijonazos muy efectivos y malintencionados, pequeñas joyitas. Por último, hay dos cuentos de extensión media, "Ratas" y "Los muertos no caminan". "Ratas" es un osado ejercicio de estilo con un narrador que es segunda y primera persona a la vez, en presente: un diálogo interior de un hijo de puta consigo mismo; "Los muertos no caminan" es, quizá, el más "convencional" de los cuentos, y eso se debe al aire clásico que lo rodea y que lo distingue de sus compañeros de volumen: una historia de fantasmas, o de zombis, cuyo origen se remonta a la literatura de viajes exóticos y finaliza entre el barro.

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En contra de lo que afirma la gran Elia Barceló en su prólogo al libro, y con permiso del lector, diré que Marc R. Soto no es un discípulo directo de Stephen King, sino el fruto de su tiempo: una generación que conoció el boom de la literatura de terror de los años 80, que se empeñó en trasplantar la acción y los monstruos a España (en eso sí incide Barceló, con acierto), y que sin duda ha bebido de otras muchas fuentes que no son las del Maestro del Terror de Maine. Sus cuentos brevísimos pertenecen a una estirpe distinta que recuerda más bien al realismo mágico de Latinoamérica (otra forma de definir el fantástico), y así sucede con el magnífico "37 arañas". Pero en realidad, son marca de fábrica de Soto.

La verdad, me encantaría publicar a Marc en Ulthar, aunque no creo que se deje. Todo es hablarlo, supongo.

Y a los aficionados al terror fantástico, les sugiero que se pasen por la página de Amazon del autor y empiecen a comprar y a leer por donde prefieran. Esta antología, sin duda, es un muy buen comienzo.

 

Contraportada (ed. de 2008).


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