miércoles, 20 de abril de 2022

Un escritor trabajando en público: Día del Libro 2022, en Librería Legend


Esto que haremos el próximo día 23 de abril, Día del Libro, en Librería Legend (Albacete) es lo que se llama "seguir los pasos de los grandes maestros" (o si prefieren, copiar vilmente una muy buena idea).

Hace unas semanas, leyendo un viejo volumen titulado La mejores historias de terror I (Martínez Roca, 1983; col. Súper Terror nº 2) me encontré con un cuento licantrópico escrito por Harlan Ellison, "Pisadas" ("Footsteps"), el cual contaba con la clásica introducción ellisoniana que, como sucede siempre con este autor, resultaba tan interesante o más que el mismo relato. Ellison explicaba: "Este es mi cuento más reciente. Tiene poco más de seis meses. Lo escribí entre las 12 del mediodía y las 7.30 de la tarde en el escaparate de una librería del barrio de Saint Germain, en París, el 14 de mayo de 1980".


En la introducción, Ellison dice que con aquella acción, que ya había realizado antes en librerías de medio mundo, estaba emulando a Georges Simenon, el indiscutible gran maestro de la novela noir y creador del comisario Jules Maigret. Simenon, recordado sobre todo por sus historias policíacas, fue un auténtico escritor todoterreno desde su juventud, y es célebre también por su capacidad de producción, al ritmo de una novela de unas 60.000 palabras cada 11 días. En alguna parte leí o escuché la historia de cómo Alfred Hitchcock telefoneó a casa del escritor, quizá para hablar de la posible adaptación cinematográfica de alguna de sus obras, y la señora Simenon respondió la llamada: "Lo siento, pero Georges acaba de empezar a escribir una novela", a lo que Hitchcock respondió: "Bueno, pues me espero".

Georges Simenon. Al fondo, su colección de pipas.

 

Al parecer, en su juventud, Simenon se encerró en una caja de cristal frente al Moulin Rouge y escribió una novela, atendiendo a las peticiones y comentarios de los atónitos viandantes. La versión que relata Ellison es sutilmente distinta: Simenon habría estado en el escaparate de la librería (y editorial) Gallimard escribiendo una novela, a lo largo de toda una semana. No existen datos fiables que confirmen estos espectáculos públicos del escritor belga, y muchos consideran que se trata de una leyenda urbana. A todos los escritores les encanta que se forjen historias en torno a su figura, y tanto da si son reales como si son ficticias.

Personalmente, a mí si me parece perfectamente creíble.

Simenon escribiendo en público, en una caja de cristal. Imagen tomada de AQUÍ.


Las acciones (o actuaciones, si quieren) de Ellison tenían una intención claramente publicitaria, aunque se suponía que habrían de servir para "dignificar el acto de crear en público": se trata de algo que, en apariencia, resulta  ajeno a la idea romántica del escritor maniático (no "maníaco", eso es otra cosa) que requiere de silencio absoluto, música ambiental, una manzana en no sé qué parte del escritorio, o quién sabe qué excentricidad (como una silla cómoda y un escritorio amplio... ¡hay que ver cómo está el servicio, señor!). Si bien es cierto que a Edgar Allan Poe lo imaginamos escribiendo en tabernas de Baltimore mientras bebe absenta, creemos que lo normal es que se limitara al alcohol en la taberna y luego escribiera en casa... quizá, eso sí, con más absenta. Un escritor alcohólico declarado como Raymond Carver aseguraba que no podía escribir mientras estaba borracho; Stephen King cuenta no lo contrario, pero casi... Y yo, mejor me callo, que soy un ácaro del siglo XX que ha llegado milagrosamente al XXI.

Pero lo cierto es que muchos autores a los que conozco personalmente (y ya puestos, servidor de ustedes, de forma ocasional), buscan cafeterías tranquilas donde escriben con su ordenador portátil. Sin necesidad de hacer fanfarrias ni notas de prensa, estos autores escriben en público... aunque el público no lo sepa.

No sé si esto dignifica algo o no. La verdad, importa poco.

Ellison, escribiendo en público.

 

Por tanto, nuestra "dignificación del acto de crear en público" es, por supuesto, una maniobra publicitaria. Y eso es lo que vamos a hacer el próximo Día del Libro en Legend: escribir un relato en directo, a partir de las condiciones que impongan los lectores... y aprovecharemos para firmar ejemplares de mis obras. Como pequeño aliciente, hemos preparado una edición exclusiva, limitada y numerada de un antiguo relato mío de terror, "La araña de los contenedores", con que se obsequiará a los clientes de la librería junto a cualquier compra que realicen.


En cuanto a las "condiciones impuestas por los lectores", esto es, ustedes, hemos pensado realizar una encuesta abierta a través de la plataforma Facebook, en la que cualquiera puede proponer y votar las sugerencias. La idea es tomar las dos "condiciones o sugerencias" más votadas y, a partir de ahí, tendré que escribir un cuento en la librería Legend, en público, sin trampa ni cartón.

Las sugerencias pueden ser de cualquier tipo: "De vampiros", "Que transcurra en Albacete", "Invasión extraterrestre", "Piratas", "La cría del cangrejo salvaje"... lo que ustedes gusten mandar.

Ya hemos hecho un par de pequeñas encuestas online al respecto, sin explicar el objetivo, que se verán reflejadas en la decisión definitiva.

Servidor de ustedes, con las páginas impresas de un mecanoscrito, hace unos años.

 

Iremos imprimiendo las páginas del relato para colocarlas en el escaparate de la librería conforme las vaya produciendo, para que los viandantes y visitantes interesados puedan leerla si lo desean, y también la iré colgando en un post especial, habilitado en mi web profesional, que actualizaré a lo largo de ese día. También pueden permanecer atentos a mi página de Facebook y a mi perfil de Twitter, donde pondré enlaces a las actualizaciones.

Me voy a meter en un lío de mil demonios.

El plazo de votaciones se abrirá el jueves 21 por la mañana, y se cerrará el sábado 23 de abril, a las 10.30 de la mañana, horario de apertura de Legend.

 

[ACTUALIZACIÓN: abierto el plazo para votar. Pinche en el enlace]

Por supuesto, también pueden encargar cualquier ejemplar de mis obras y publicaciones disponibles contactando conmigo a través del correo electrónico fabulasext@hotmail.com, o si lo prefieren, encargárselo a Librería Legend a través de su página de Facebook o llamando al 967220529, y también en el 600875604.

Lo enviaremos debidamente firmado y dedicado, si así lo desean.

Pasen por albertolopezaroca.blogspot.com para echar un vistazo a las distintas publicaciones que tenemos disponibles.

Muchas gracias. Y cuídense.



 

 

 

sábado, 16 de abril de 2022

En torno a las tertulias literarias (Segunda Parte)

José Luis Serzo, ayer, hace veinte años, o en algún momento a mitad de camino.

(Continuación de En torno a las tertulias literarias 1ª parte)

Durante aquella estancia madrileña en el año dos mil y poco, en la que me permitieron convivir con ellos dos maravillosos amigos y artistas, Luis Escribano y Gabriel Molero, tuve el placer de compartir muchas horas y días y mañanas y tardes con José Luis Serzo, que no sé cómo diablos se autodefinirá ahora mismo, pero para mí siempre será un pintor de primera categoría, consagrado al arte por el arte.

Serzo me condujo a una suerte de tertulia inclasificable, pues no se reunía en un lugar fijo, sino que saltaba de aquí para allá, por entre los rieles de los metros y los trenes de cercanías de Madrid, y pasaba por las galerías de arte más en boga de aquellos días, los talleres de diversos pintores y, por suerte, tenía parada los domingos en el Museo del Prado. (Sobre esto último, sobre las visitas que Serzo y yo hicimos al Prado, hay alguna que otra aventura notable, como la del Misterio de la Cámara Acorazada o las Peripecias de los Pasillos Para Fumadores. Algunas de esas historias dan para escribir uno o dos cuentos, por lo menos: "Había una joya azul, muy grande, en el centro de la cámara, bajo un foco de luz, y tenía la forma de algo que he olvidado, porque ya quedó muy atrás en el tiempo. Y sin embargo, hoy..." Esto sería una cita de un relato no escrito, ni concebido, ni nada de nada).

El tesoro del Delfín en el Museo del Prado. Creo que eso es lo que vimos Serzo y yo hace eones, pero ¿quién sabe? A lo mejor allí también tienen algún marciano, como en el Área 51. Y joyas mágicas, azules, volátiles, inaprehensibles, clarkashtonianas...

José Luis me llevó a conocer a algunos de los más notables artistas del momento (y de ahora mismo), y me permitió ver en vivo y en directo no sólo sus creaciones y su método de trabajo, sino el de otros muchos caballeros del ramo, como el siempre inquietante y sorprendente Óscar Seco (con quien tuve la suerte de colaborar en un catálogo con un par de cuentos, uno lovecraftiano y otro de kaijus en la II Guerra Mundial), y el extrañísimo pero cercanísimo -qué misterio- Che Marchesi. El padre de Óscar había tenido una relación íntima con la elaboración de algunos de los más míticos álbumes de cromos de tiempos ancestrales; el de Marchesi había sido pintor de decorados para películas y para el teatro. A José Luis Serzo habría que echarle de comer aparte, como decimos por aquí: él también me permitió que dijera alguna cosa respecto a su obra en catálogos y panfletillos de exposiciones. La primera década de los dosmiles se prestaba todavía a esas cosas.

Óscar Seco, genio y figura y monstruos en mitad de la guerra.

 

Por Cthulhu, ¿qué estaba haciendo yo allí, entre esa gente magnífica e incomprensible? ¿Me estaban tomando el pelo? ¿Se lo estaba tomando yo?

Marchesi, hoy (o hace unos años), haciendo lo suyo por todo el mundo. Admirable, amigos.

 

Con Luis y con Gabi, que por fuera y por dentro son personas buenas y generosas, teníamos microtertulias diarias nocturnas, muy espirituosas, a las que asistían muchos de sus amigos: por ejemplo, Mariano Quillén-Oquendo. Las botellas de Four Roses, a las que los Hermanos de San Serapión nunca tuvieron acceso, se acumulaban, vacías, como por arte de magia. No faltaba de nada, jamás. Ni comida, ni bebida, ni visitas, ni conversación. Una noche, Mariano destruyó al personaje de Rafael Núñez, Cazador de Psicópatas, que yo había creado años antes. No me dejó salida. Ni siquiera me permitió llevarlo a un acantilado suizo para que muriera dignamente. Rendirse ante la lógica aplastante y la evidencia también es aprender. (Otra cosa es que yo sea capaz de aprender algo de alguien tan brillante como Mariano).

Hoy, Luis es uno de los dos responsables de Uno Editorial, y Gabi acaba de sacar un disco con su grupo, Los Inocentes, en el que colabora Karina.

***

Mi padre tuvo un cáncer de próstata, de modo que volví a Albacete para echar una mano y ver cómo se desarrollaba el asunto. Madrid no me había matado, pero tenía miedo de lo que le pudiera pasar a mi familia.

Esa es la verdad.

Mi padre, Miguel López García, fallecido en 2019. No lo mató el cáncer sino el Alzheimer. O una neumonía derivada del Alzheimer. O que ya estaba harto de no entender nada y ver fantasmas de perros, de personas. Quién sabe.


  ***

En 2012 regresé a Madrid, y entré en la Tertulia de la Tercera Fundación (LTF) de la mano de mi amigo Javier Vidiella, supongo que a finales de ese mismo año. Ahí, al menos, tuve la delicadeza (y la suerte) de esperar a que me invitaran. He estado asistiendo a las tertulias mensuales, el tercer jueves de cada mes, hasta el año 2020, en que ya saben ustedes lo que sucedió en el mundo. En la tertulia de LTF se intercambian libros, se compra y se vende y se regala, y llevan tantos años reuniéndose que las conversaciones literarias pasan a veces (muchas veces) a un segundo plano. Pero eso no importa. Lo que cuenta es la cerveza, los chopitos (y los chupitos de después), las tortillas de camarón... y los libros inencontrables que faltan en las colecciones de los miembros. Pues en este caso, estamos hablando de una tertulia de coleccionistas de fantasía, ciencia ficción y terror, que se consiguen unos a otros esos ejemplares malditos, y que además elaboran (elaboramos) la base de datos de género más importante de España, y la mejor, pienso yo, a nivel internacional.

Servidor, en un momento feliz, en la tertulia de LTF, hacia 2013. (Los suscriptores del crowdfunding de Los náufragos de Venus sin duda lo saben mejor que yo).

 

Durante aquel mismo período, un grupo de aficionados a la figura de Sherlock Holmes fundamos la Tertulia Sherlockiana (o Holmesiana) de Madrid, que hoy día está en proceso de recuperación, pues se detuvo en marzo de 2020 (y no hace falta que repitá el porqué). Ahí nos hemos estado reuniendo editores, autores, connoisseurs y, sobre todo, holmesianos. De esta tertulia han surgido diversas iniciativas, y la menos importante no es la ingente cantidad de relatos pasticheros que se han escrito y publicado, no sólo de Holmes, sino también de Harry Dickson (le Sherlock Holmes americaine), Tarzán, Jules de Grandin, etc., etc.


Un efecto enriquecedor de las tertulias: la creatividad en forma de micropastiches. Imagen tomada del natural, con minifanzines (o micropastiches) de la Tertulia Holmesiana (o Sherlockiana) de Madrid.


 (Continuará...)

 

***

Y si son tan amables, y están interesados en cosas como éstas que contamos arriba, no dejen de visitar (hasta el 19 de abril, pues cerraremos el plazo) la página dedicada a la suscripción de VAMPIROS DE CURTIS GARLAND, tal y como enlazamos aquí).


Y si por un casual de estos de la vida, lo que buscan son máquinas de asedio medievales y cachivaches de ese estilo, visiten PCTWOOD, de mi amigo Pascual Correa Toledo.


 

lunes, 11 de abril de 2022

En torno a las tertulias literarias (Primera Parte)

Una típica tertulia española de literatura de fantasía, ciencia ficción y terror.

Si hay algún lugar, fuera de las páginas de los libros, donde el que esto firma ha terminado aprendiendo mucho de todo lo relacionado con la literatura y sus muchas facetas (escribir, leer, editar, distribuir, encuadernar, criticar, corregir, maquetar, coleccionar, investigar, aceptar, negarse, vender, venderse...), es en las tertulias.

Existen y han existido tantos tipos de tertulias literarias que el intentar clasificarlas sería un esfuerzo baldío. Las hay con nombre propio y reglas estrictas, y las hay informales y caóticas; las hay casuales y puramente circunstanciales, y las hay con fecha y cadencia fija; las hay públicas y abiertas, y las hay privadas y muy exclusivas. Las hay (dicen) pedantes, pero sobre todo las hay divertidas y enriquecedoras.

E.T.A. Hoffmann
Tienden a ser bastante alcohólicas, como es el caso de la tertulia de los Hermanos de San Serafín (más tarde, Hermanos de San Serapión), que estuvo en activo en Berlín entre 1814 y 1820, más o menos, y que estaba conformada por algunos de los más importantes escritores del Romanticismo alemán de la época, los mismos que sentaron las bases de la fantasía contemporánea, con E.T.A. Hoffmann a la cabeza. Y por supuesto, no todos los contertulios eran autores; también había algún médico iniciado en el mesmerismo y en el arte de cazar fantasmas, algún naturalista, y algún noble borracho -incapaz de competir con Hoffman en el tema de la bebida, según cuentan sus contemporáneos-. La idea de los amigos que se reúnen para hablar de escritos propios o ajenos y para contarse historias es antiquísima, y la afirmación de que el alcohol desata la lengua y el ingenio (y reduce la vergüenza escénica hasta la nada) es indiscutible para cualquiera que tenga la más mínima experiencia al respecto.

Los hermanos de San Serapión. Véanse las botellas sobre la mesa.

Personalmente, llevo asistiendo a este tipo de tertulias espirituoso-literarias desde la adolescencia, cuando en Albacete nos reuníamos, en los primeros años de la década de 1990, un nutrido y heteróclito grupo de fanzineros, cuyo nexo de unión era la literatura y los tebeos... eso, y que todos realizábamos publicaciones no profesionales de fotocopias, donde reproducíamos nuestros relatos y poemas, nuestras ilustraciones, nuestras historietas, nuestros trabajos. Estas reuniones, que en Albacete no denominábamos "tertulias", se realizaban los sábados a la hora del café en el bar del Ateneo Albacetense (luego, después de diversas y sucesivas expulsiones de los espacios elegidos, continuaron en otras cafeterías con Historia, más interesantes que el Ateneo), y podían prolongarse hasta altas horas de la madrugada a través de varios locales, desde salones de billar y futbolines hasta los bares de copas más inmundos, peligrosos y, al tiempo, encantadores. En aquellas multitudinarias tertulias llegábamos a amontonarnos representantes activos y colaboradores de hasta unas 16 o 17 publicaciones distintas que se publicaban simultáneamente, cifra yo diría que muy considerable para una ciudad del tamaño de Albacete, que por aquel entonces rondaría los 150.000 habitantes. Hasta donde sé, aquello fue un caso de fenómeno termodinámico, uno de los pocos que he vivido en mis propias carnes. Nadie impulsó aquello. Fue un caso de generación espontánea. Acudimos como los insectos a la luz de la candela en una noche de verano.

Todos nos abrasamos.

Aventis nº4 (Albacete, octubre de 1995). Portada de Pedro Jesús Tornero.

La trascendencia de estas publicaciones fuera de los límites geográficos albaceteños fue prácticamente nula (con alguna excepción), con lo que jamás se tuvo -ni se ha tenido en cuenta posteriormente- aquella ingente producción artística local, que si bien era irregular, también es cierto que dio muchos frutos de calidad, perfectamente reivindicables e incluibles en "lo mejor de...", y añádase la fecha que corresponda. Lo que sí ha tenido cierta repercusión es la obra posterior de un buen puñado de mis contertulios, cosa que me alegra y, confieso, también me enorgullece.


Desde el Infierno nº1 (septiembre de 1993). Portada de Sergio Bleda.


Habría muchos pormenores anecdóticos que contar acerca de aquella intensísima etapa tertuliana, como el intento de convertir las reuniones en una organización extraoficial a la que se bautizó con el pomposo nombre Coordinadora de Revistas Culturales de Albacete; las grandes peleas; las inútiles y prescindibles votaciones (como cualquier votación); los vaivenes, los "invitados especiales"... Para mí, fue una auténtica escuela de aprendizaje y formación, en sentido tanto profesional como personal, para bien y para mal.

Trazo Zero nº01 (que en realidad era el 2; 1993). Portada de Juan Antonio Martínez Sarrión "Mortimer"
 

Si en algún momento tengo tiempo, me tomaré la molestia de dar nombres y apellidos, así como un listado de títulos de publicaciones, procedentes de aquellos años en que la Red de Redes y los teléfonos móviles no existían ni le hacían falta a nadie. Sólo diré que algunos de mis mejores amigos proceden de aquella época, y que muchos de esos compañeros de aventuras fanzineras son mis maestros, o así los considero yo.

Fábulas Extrañas nº1 (15 de mayo de 1995). Portada de Alberto Martínez Ruiz.
 

De todo esto que menciono, tan sólo hay registro en las hemerotecas de papel (pruebe usted a buscar en Google... o mejor no. No hay nada). Y en la memoria de un buen puñado de personas que estuvimos allí, y luego nos convertimos en otros.

***

A principios de la década de los 2000 (qué feo suena, ¿verdad?), viví durante un tiempo en Madrid, y asistí un par de veces a la versión de aquel momento de la Tertulia Madrileña de Ciencia Ficción y Fantasía (TerMa), que en esos momentos se celebraba en el famoso Café Barbieri de Lavapiés, un local del siglo XVIII que hoy, creo, sigue en pie y en activo.  Estaba muy cerca de mi casa en la calle Casino, y me presenté allí sin más. Muy pronto me di cuenta de que ese no era el modo más correcto de unirse a una tertulia. Lo normal es acceder por medio de una invitación... aunque hay excepciones, claro. Pero no se lo recomiendo a nadie.

Interior del Barbieri.


No tengo muchos recuerdos de aquel par de visitas al Barbieri (que desembocaban en una cena en un restaurante chino; a las cenas no fui nunca), pero algunos veteranos de la TerMa, como Alfredo Lara o José Miguel Pallarés, me han relatado, años después, montones y montones de historias, unas más humorísticas que otras... Y es que las tertulias literarias, lejos de ser un tostón, tienden al apasionamiento y a la discusión acalorada (y, sobre todo, NO HAY QUE CONFUNDIRLAS con los recitales poéticos). De ahí no salen solamente grandes amigos, sino también enemigos irreconciliables. Y no creo que esto último sea necesariamente un punto negativo, pues un buen adversario puede ser mucho más valioso que un mal aliado. Al menos, un buen enemigo suele ser mucho más respetable (y el sentimiento tiende a ser recíproco) que un traidor.

 

  Documental sobre la TerMa (febrero de 2020)

(Continuará...)

 

***

Y si son tan amables, y están interesados en cosas como éstas que contamos arriba, no dejen de visitar (hasta el 19 de abril, pues cerraremos el plazo) la página dedicada a la suscripción de VAMPIROS DE CURTIS GARLAND, tal y como enlazamos aquí).


Y si por un casual de estos de la vida, lo que buscan son máquinas de asedio medievales y cachivaches de ese estilo, visiten PCTWOOD, de mi amigo Pascual Correa Toledo.


 

jueves, 7 de abril de 2022

El mejor libro del mundo cuando tenía 7 años (y ahora también)


El mejor libro del mundo se llama El enigma de las extrañas criaturas, y es obra de un simpático caradura estadounidense llamado John A. Keel (25 de marzo de 1930-3 de julio de 2009). El título original de esta obrita es Strange Creatures from Time & Space (1970), y su edición en castellano, en versión de Lidia Porta, se publicó en 1981, en la colección Enigmas de Libro Express. En esa colección se publicaron otros títulos como El enigma de la Sábana Santa y El enigma de los mapas de Piri Reis (ambos de P. Guirao, al que muchos lectores bolsilibrescos conocemos como Peter Kapra, entre otros pseudónimos), o El enigma de la desaparición de los dinosaurios de Jorge Blaschke.

Yo conseguí mi ejemplar, calculo que hacia 1983 o 1984 como tarde, en la Feria del Libro Antiguo y Ocasión de Albacete, donde formaba parte de numerosos saldos de la época. (Mi memoria no es tan buena como algunos quieren creer, pero me atrevería a jurar que mi hermano Daniel compró, esa misma mañana lluviosa, libresca y maravillosa, su ejemplar -yo no tengo uno, por desgracia, y bien que lo siento- de la edición de Adiax de Los sabuesos de Tíndalos, de Frank Belknap Long, que se publicó en octubre de 1981; de modo que, al menos la fechas saldísticas cuadran a la perfección).

Mi hermano Daniel lo tiene, pero yo no. Y por ahí, lo venden por un pastizal auténtico...

Desde aquel día, habré leído El enigma de las extrañas criaturas no menos de veinte veces, y no puedo imaginar la cantidad de ocasiones en que lo he utilizado como referencia, o me he entretenido en buscar el caso de la Criatura Peluda Gigante de Viloví en Barcelona, o las historias medievales sobre los andantes invasores "peces con armadura", los cerdos monstruosos (de resonancias hodgsonianas) y los perros espectrales que aparecían en iglesias tras la caída de un oportuno rayo, o el caso de la pútrida criatura del pantano que atacaba a los automóviles que pasaban por las inmediaciones de una central nuclear, la cual "había cerrado durante un tiempo debido a un pequeño incidente sin importancia". El libro ha viajado conmigo en tren, en coche y posiblemente en avión (y, casi seguro, también en bicicleta, en mis periplos infantiles por las inmediaciones de la aldea de Calabazas, vecina de Calabacicas y próxima a Casas Viejas). Está maltrecho y los parches a base de cinta adhesiva se superponen en el lomo, unos sobre otros, de manera que la suciedad de antaño se ha conservado como un mosquito jurásico en ámbar. Sólo he tenido en mis manos, si mal no recuerdo, otro ejemplar: concretamente, en casa de los padres del escritor Alfonso Tornero, e imagino que es propiedad de Germán Tornero, que sin duda lo leyó con agrado (y mucho escepticismo) en su día.

Cubierta original, con ilustración de Frank Frazzetta. ¡De Frank Frazzetta, nada menos!

 

Suelo tener mi librito siempre en casa, a mano. De hecho, lo he tomado de la mesilla de noche para escribir esta carta de amor irracional e incondicional que no me atrevo a denominar "artículo". Nunca he prestado mi ejemplar, y por tanto, nunca lo he perdido. Es la clase de ensayo literario (sí, literario) que uno espera encontrar en la proverbial e imaginaria "tienda maravillosa de curiosidades que es un portal entre varios mundos" o, más posiblemente, abandonado junto a un contenedor de basuras (que también suele ser una encrucijada entre varios mundos, en demasiados sentidos).

Harto de ver esto, día tras otro.


Por supuesto, no se trata de una novela ni de una antología de relatos. Es un tipo de libro, supuestamente de "divulgación", que hoy casi ha dejado de existir en las librerías, quizá porque, con el tiempo, consumir productos de esta clase es equiparable al consumo de pornografía... pues los dos ámbitos sehan quedado relegados al espacio virtual (ficticio, intangible) de la Red de Redes.

El enigma de las extrañas criaturas es un delicioso paseo por la criptozoología de la década de 1960 en USA, donde Keel y "su equipo" (fueran quien fuesen) recogían testimonios, notas de prensa, entrevistas y relaciones insólitas sobre serpientes marinas, abominables hombres de las nieves y de las ciénagas, visitantes nocturnos de dormitorios, hombres voladores, animales imposibles, avistamientos de cíclopes, de gigantes peludos o lampiños, aves de trueno, demonios venidos de otros mundos, y toda una serie de fenómenos que atentan contra la razón. Si algo falta en este libro, quizá sea una referencia a la historia que, según me recordó hace ya unos años mi querido amigo, el ilustrador, escritor y connoisseur, Luis Miguez, contaba el profesor Van Helsing en Drácula (1897) acerca de la enorme araña que habitaba en una iglesia española, y que por las noches se bebía el aceite de las lámparas. 


Estaríamos ante un trabajo semejante al de los bestiarios medievales, o al de tantos y tantos pliegos de cordel y relaciones de noticias de los siglos XVI en adelante, si no fuera porque todos estos fenómenos que compila Keel parecen formar parte de una especie de conspiración invisible salida de las páginas de Erik Frank Russell y su Barrera siniestra.

Sinister Barrier, de Russell. Para leerlo YA.

Pero no. Porque la Barrera siniestra de Russell era deudora de Charles Fort. Y obviamente, Keel se declara deudor y seguidor del "abuelo de todo esto", el Fort autor de El libro de los condenados, y de dos o tres volúmenes más dedicados a compilar recortes de prensa e informes de revistas científicas donde coleccionó los fenómenos recogidos por la ciencia, y que la misma ciencia no podía acoger: lluvias de peces, objetos volantes no identificados, el Mary Celeste, el misterio de Kaspar Hauser, piedras sangrantes, meteoros imposibles...

Es decir: Charles Fort coleccionaba ephemera relacionada con lo inexplicable.

Charles Fort.

 

La diferencia fundamental entre la literatura de ficción que suelo abordar, visitar, glosar y estudiar, y esta otra cosa distinta, estriba en que lo último, lo de Fort y Keel, pretendía ser -como apuntábamos- divulgación. No sé si científica, patafísica o paralelepípeda. Filosofía (prohibible, como cualquier otra cosa hoy día), y teorías disparatadas que, en determinado momento, sonaban razonables... como un buen argumento de ficción imposible que, de repente, se torna probable. (Me muero cada vez que leo la descripción de los científicos tipo A y los tipo B en nuestro pequeño, insignificante volumen, y lo comparo con la realidad que nos rodea).

Si he de mencionar otros libros que haya disfrutado TANTO como este al que me refiero, tendría que irme a Juan Perucho, a Hammett, a Jim Thompson, a Donald Westlake, a Conan Doyle, a Arthur Machen, a Lovecraft, a Stephen King...

¿...va usted viendo el patrón de comportamiento, de gustos literarios, de lecturas...? ¿No...?

Yo tampoco.

¡Mátenme!

***

Todo este compendio de apuntes, vaguedades, proto-diatribas, insinuaciones y confesiones que no espero que USTED comparta en modo alguno, tienen relación con algunos comentarios que he leído en los últimos días acerca de Peter Kolosimo y su pasión (explotadora, aprovechada) por los Mitos de Cthulhu. ¿No sabe usted quién es Kolosimo, autor de El planeta incógnito, ese librito que mi hermano Miguel (no Daniel; pero el libro se quedó en casa de mis padres) halló abandonado en un tren allá por 1978, tan sólo para que yo, pocos años después, pudiera ver las únicas fotografías fidedignas del Monstruo del Lago Ness y las pisadas del Yeti?


Bueno. Pues si no conoce a Peter Kolosimo, eso quiere decir que no le ha dado tiempo ha juzgarlo como un cantamañanas, un aprovechado, un estafador... un mentiroso. Así, aún estará a tiempo de leer sus libros (no sólo el citado, sino también No es terrestre, y otros muchos, incluso más demenciales). Y puede que, si tiene la mente abierta y no está pensando en términos contemporáneos peyorativos, hasta pueda disfrutarlos como se merecen. Pues tengo pocas dudas de que estos libritos se escribieron para eso: para disfrutarlos, y para sembrar de ideas siniestras a una, a dos, a tres, a cuatro generaciones de escritores del género fantástico.

Kolosimo, Keel, Fort... son nuestras versiones contemporáneas de Madame Blavatsky; son los textos de consulta para escritores de ficción que buscan ideas que, en algún tiempo, se pudieron tomar en serio... tanto, que para el lector resultaban plausibles cuando las hemos convertido en cuentos y novelas de pura imaginación.

***

 

A estas alturas de la vida, me gustaría saber cuál es el problema con todos estos libros que, hace treinta, cuarenta, cincuenta años, se vendían como divulgación científica, y hoy se leen como debemos leer a Antonio de Torquemada y su Jardín de Flores Curiosas (1570), ciertas secciones del Teatro crítico Universal (1726-1740) de Feijóo, o a otros muchos autores, divulgadores de su tiempo, que contaban fantasías, teorías, y disparates mucho más inconcebibles e imaginativos que los que proponen Kolosimo, Fort y, por supuesto, John A. Keel, en sus obras. Echen un vistazo al médico francés Ambroise Paré y su selección de monstruos, de "siniestros mendigos itinerantes", y entenderán de qué estoy hablando.

Posiblemente, haya que introducirse en el espíritu hedonista, abierto, bibliófilo, un tanto cínico y al tiempo deseoso como un infante de dar con el prodigio, de un Juan Perucho, para poder disfrutarlos debidamente.

 

 

***

Y si son tan amables, y están interesados en cosas como éstas que contamos arriba, no dejen de visitar (hasta el 19 de abril, pues cerraremos el plazo) la página dedicada a la suscripción de VAMPIROS DE CURTIS GARLAND, tal y como enlazamos aquí).


Y si por un casual de estos de la vida, lo que buscan son máquinas de asedio medievales y cachivaches de ese estilo, visiten PCTWOOD, de mi amigo Pascual Correa Toledo.




 

domingo, 3 de abril de 2022

La Venus, el hacha, e historias olvidadas

Lo breve, si breve, dos veces breve (que decía Borges):

 

Emilia Pardo Bazán y Alfonso Hernández Catá cuentan la misma historia de vampiros, la primera en 1901 y el segundo en 1907. (No es la misma historia de vampiros, pero sí muy, muy, muy semejante. Hasta el punto de que, el que esto suscribe, se dio cuenta y lo señaló por escrito, para la posteridad. Como Dios manda).

Alfonso Hernández Catá

Catá dice en su relato que escuchó el cuento en una tertulia "daurevillesca" (que es una de esas cosas que, con el Covid y las irreconciliables diferencias políticas, hay que desterrar, no vaya a ser que a alguien le dé por pensar algo que no haya visto en su teléfono móvil, sino escuchado por boca de un semejante, sin más pruebas que la fe en que quien está sentado enfrente no es un mentiroso o un imbécil o un político. Ítem más: el significado de "daurevillesco" lo explicamos en un libro, en nota al pie, y lo citamos más abajo. Pero sigan, no se interrumpan, tomen el atajo de la divina señora Todd de Stephen King y vayan al grano).

En la ¿ficticia? tertulia de Catá de inicios del siglo XX, se cuentan otras historias que el autor menciona, entre ellas

"el bello crimen perpetrado por un artista loco, quien, creyendo hallar gran semejanza entre la Venus de Milo y su amante, cercenó a ésta con un hacha los brazos, para dar al parecido exactitud".

(Hay otras historias en ese mismo pasaje del cuento. Algunas, en mi opinión, evocan al Arthur Machen de "The White People", que si USTED no ha leído, no sé muy bien qué está haciendo ahora mismo en este lugar. Corra, vuele; busque una versión en su idioma o en el original, lea la historia y regrese justo AQUÍ).

Venus mutilada. Originalmente no era así, claro. Nadie es tan mierda o hijo de puta.

Y en el curso de una pseudo-investigación sobre Jack el Destripador (seamos serios y sinceros: en el curso de escrutar algunos volúmenes de mi biblioteca que había que fichar en La Tercera Fundación), me encuentro con un cuádruple relato del desconocido "L. Urtubey" donde se recoge la anécdota que menciona Catá... aunque en una versión ligeramente distinta.

Esa es mi vida, o la parte que más me fascina (o que menos me fastidia): la de encontrar conexiones improbables a través del tiempo y el espacio.

L. Urtubey, presumiblemente. Daremos noticias detalladas en alguna otra parte, otro día, en otro momento. Pero están ustedes viendo la imagen de un nominado al Premio Nóbel de Medicina en 1937.

(Sobre quién es Urtubey, tendrán ustedes que esperar al artículo y a la recuperación de sus textos en la revista ULTHAR, que servidor perpetra con la inestimable ayuda de muchos amigos. Sobre la relación entre los textos de Bazán y Catán, tienen la información pertinente en el volumen VAMPIROS EN ESPAÑA, editado al cuidado de servidor de ustedes).

Y ahora, pongamos esta imagen, portada de un libro que contiene "4 casos de obsesión" de L. Urtubey, compendio de cuatro "club stories" -un género al que dedicaremos tiempo en breve- que no son ni aleatorias en su contexto, ni del todo fantásticas (algo de eso hay), pero sí terroríficas... y que tienen toda la pinta de ser casos reales como la vida misma. Incluido el de "El adorador de Afrodita", del que Catá ya hablaba en 1907, y que Urtubey recogió cuarenta años después, en un relato episódico que sirvió de complemento a un pastiche novelesco sobre un nuevo Jack el Destripador.

Y terminemos por hoy.

 

(Si servidor fuera Juan Perucho, acabaría este texto con un hecho real -para Perucho-: diría que acabo de escuchar el inaudible canto de la avutarda géminis al otro lado de la ventana, quizá en los tejados de Albacete, sobre la antigua antena del edificio de la Telefónica, o más lejos, acaso en la Fiesta del Árbol, junto al icónico depósito de agua que, hoy, es parte del skyline albaceteño. Pero no soy Juan Perucho. Lo que oigo al otro lado de la ventana es el zumbido vacío de la circulación vehicular nocturna y, gracias al Cielo, ya no se escucha el llanto del gato que lleva maullando todo el fin de semana, el pobre, desde algún lugar desconocido para mí, pero demasiado cercano. Cada día más, aprecio ese silencio de domingo en la madrugada que se parece sospechosamente a la ausencia de dolor.).

***

Y si son tan amables, y están interesados en cosas como éstas que contamos arriba, no dejen de visitar (hasta el 19 de abril, pues cerraremos el plazo) la página dedicada a la suscripción de VAMPIROS DE CURTIS GARLAND, tal y como enlazamos aquí).


Y si por un casual de estos de la vida, lo que buscan son máquinas de asedio medievales y cachivaches de ese estilo, visiten PCTWOOD, de mi amigo Pascual Correa Toledo.