miércoles, 30 de agosto de 2023

El atracador (87th Precinct nº02), de Ed McBain


Qué extrañísima sensación produce leer un episodio de Canción Triste de Hill Street ambientado en los años 50. Es como si hubieran metido a Furillo, Renko, Belker y Larue (entre otros) en una máquina del tiempo y los hubieran soltado en un mundo distinto del suyo.



Distinto, sí; pero poco. En El atracador (The Mugger, 1956) de Ed McBain, segunda novela de la serie de la Comisaría 87 de Isola, los polis son los mismos que aparecerán 25 años después en la entrega nº35, Calor, que leí inmediatamente antes que ésta. Los años no han transcurrido como en la realidad, sino más bien como en los tebeos: aquí, Bert Kling en un policía de a pie, un simple número, y el detective Steve Carella brilla por su ausencia, pues al parecer anda de luna de miel. En Calor (1981), Carella y Kling son compañeros, pero Kling sigue siendo "uno de los detectives más jóvenes de la Comisaría 87". Los sueldos han subido (de unos 5.000 a 20.000 dólares anuales, más o menos), pero ellos siguen siendo los mismos y ni siquiera les han salido arrugas.

Y sin embargo, las tramas y los comportamientos, así como el entorno, los barrios ricos y los más pobres, los pandilleros, la diversidad de etnias, la inmensa estupidez y monstruosidad de los criminales, son las mismas. El detective Meyer Meyer (así se llama, gracias a un padre que se creía con sentido del humor) sigue un caso de la Comisaría 33 a través de la prensa, de principio a fin de la novela: el del tipo que entra en las casas para robar gatos. Los detectives Willis y Havilland (este último es una especie de Larue de Hill Street, pero más oscuro) andan detrás del pintoresco y brutal Clifford, atracador de mujeres que da título a la novela. Y el agente Bert Kling... bueno, tiene problemas propios que lo llevarán a hacer lo que no debe ni puede: investigar un asesinato por su cuenta y riesgo.



El atracador es una gozada en muchos aspectos, y confirma una vez más la inmensa influencia de la serie de McBain sobre los futuros shows televisivos de procedimiento policial. Aunque no llega al nivel de Calor, que me pareció excelente, esta novela corta (no llega a 200 páginas) tiene peso real.



Probablemente, también sea la novela de la Comisaría 87 con más ediciones en castellano, pues se incluyó en un par de colecciones que fueron muy populares en su día: Club del Crimen (en formato revista) y Bestsellers Serie Negra de Planeta, por ejemplo, y en los Jet de Plaza & Janés, como El atracador de mujeres. Hay también ediciones más recientes.

En fin: parece que el título es un clásico en sí mismo, vista su difusión.

Y nada, yo me voy a buscar más historias de la Comisaría 87. Y si se me acumulan en la pila de libros pendientes, mejor que mejor. Ya les llegará su hora...


 

lunes, 28 de agosto de 2023

Calor (87th Precinct nº35), de Ed McBain

(De Facebook)

23 de agosto de 2023

Bien, pues ya estamos como con Daphne du Maurier: me he ganado otra paliza, de esas que no te matan pero te llevan al hospital para que te remienden un poco.
La paliza me la merezco porque, hasta ahora, y a pesar de los consejos de amigos como Javier Vidiella, no había leído nada de Ed McBain (pseudónimo de Evan Hunter, que es el nombre legal que adoptó en 1952 Salvatore Lombino), autor todoterreno, pero recordado hoy, sobre todo, por su larga serie de historias sobre la Comisaría 87 de Isola, una ciudad ficticia en los Estados Unidos, pero presumiblemente basada en la isla de Manhattan.
 
 
 

Calor (Heat, 1981) es la novela número 35 del 87th Precinct, y apareció justo cuando se estrenó la maravillosa serie televisiva Hill Street Blues (en España, Canción Triste de Hill Street). En verdad, McBain tenía motivos para mosquearse ante la clarísima inspiración de Hill Street (de Steven Bochco) en sus propias novelas, que se remontaban a 1956. Sobre este tema, supongo que habrá mucho que indagar, opinar y especular, pero lo cierto es que, a estas alturas, da lo mismo: resulta que sí, que al menos Calor se puede leer como un episodio de Hill Street (o más bien, como un pedacito de NYPD Blues, aquí, Policías de New York), y a mí me ha parecido una pequeña obra maestra, una joyita de goce y disfrute, donde dos o tres tramas (que no todas son casos policiales) se desarrollan y entrecruzan en esta novela, protagonizada por los detectives Steve Carella y Bert Kling.
 
 

 
El título no está puesto al azar: estamos en el mes de agosto, en plena ola de calor, y la humedad del ambiente y las continuas averías de los aires acondicionados hacen que el trabajo policial y la vida en general sea poco menos que insoportable. De hecho, el Caso nº1 está relacionado con un suicida que no encendió el aire en su casa, lo cual resulta harto sospechoso...
No voy a dar más explicaciones ni pistas; tan sólo me limitaré a decir que, desde ahora mismo, uno de mis motivos para seguir viviendo será conseguir más novelas de la Comisaría 87 y leerlas, aunque tengan portadas tan anodinas coo la de la edición de Destino, bien traducida por Salvador Vives Pérez en 1986. (Y ya puestos, habrá que echar un vistazo a las tempranas historias de ciencia ficción que Hunter escribió con su/s nombre/s o con diversos pseudónimos).
Si el resto de la serie está a la altura de Calor, me esperan años de goce y disfrute.
 
P.D.: Evan Hunter escribió el guión de The Birds de Alfred Hitchcock, basado en la novela corta de Daphne du Maurier. Círculos e intersecciones literarias.

 

sábado, 26 de agosto de 2023

El último lugar que Dios creó, de Jack Higgins


El último lugar que Dios creó (1971) es un tortuoso viaje por las rutas comerciales de la Amazonía en la década de 1930. También es una envidiable y violenta novela de aventuras con intrépidos aviadores que escupen al rostro de la Muerte cada día, de hombres y mujeres que no pueden caer más bajo, de malvados heróicos, de salvajes indios que son víctimas y verdugos (todo a la vez), de buscadores de diamantes, de condenados al presente, de criaturas humanas casi legendarias cuyo deslumbrante futuro inmediato se vislumbra en la Europa de 1939... pues eso será preferible al Infierno del día a día en los afluentes, las aldeas, las fortalezas militares, las misiones, que se esparcen por el río más caudaloso del mundo.


En The Last Place God Made, que sí, es un thriller, Jack Higgins actualiza al Julio Verne de La jangada y nos sirve un contradictorio (por humano) periplo vital y espiritual, crítico con todo y con todos, que no deja títere con cabeza ni da respuestas a las muchas cuestiones éticas que plantea. También tiene algo de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad (esto son palabras mayores, ¿verdad?), por mucho que la novela parezca revestida del aire de un Indiana Jones, o mejor, de los Cuentos del Mono de Oro.

 

Nada ni nadie se salva aquí, ni se rescata a las monjas secuestradas, ni se redime el espíritu de los sinvergüenzas sin escrúpulos que viven en un glorioso pasado, en el que se batían en duelo con el mismísimo Barón Rojo. Porque ser un tipo duro, valiente y experto sólo te puede servir, al final, para tener una muerte gloriosa. No vas a aparecer, maltrecho, de entre los cadáveres humeantes de tus enemigos con una sonrisa para regresar en la siguiente aventura, porque a fin de cuentas, sólo eres de carne y hueso, tipo duro.

Y si por un casual se produce el milagro y sales vivo, te espera la guerra.

 



jueves, 24 de agosto de 2023

Al este de la desolación, de Jack Higgins


"Vaya una forma de ocurrir las cosas. Auténtica serie B: no queremos algo bueno, queremos algo para el próximo lunes".

Jack Desforge (actor de capa caída), en Al este de la desolación

 

Si hace unos días hablaba de una novela prácticamente bolsilibresca de Higgins (brevísima, repleta de topicazos, muy entretenida), hoy entro con lo que a mí me ha parecido una rareza, titulada Al este de la desolación (East of Desolation, 1968).

Confieso que esperaba uno de esos tour de force a los que el autor me tiene acostumbrado (Ha llegado el águila, El confesionario, La noche del zorro, Exocet, Temporada en el infierno...), e incluso el texto de la contraportada parecía indicarlo: gran aventura entre los hielos de Groenlandia, un avión siniestrado, acción, un aviador llamado Joe Martin como protagonista, mujeres fatales... Y el caso es que sí, que todo eso está ahí. Pero no se encuentra hasta pasadas las 100 primeras páginas de las 250 que componen esta novela. Esas primeras 100 páginas podrían ser puro relleno, sí, pero... me las leí del tirón. Al principio, nos encontramos con una extraña pesadilla recurrente del protagonista, y luego conocemos a un actor veterano en horas bajas que anda jugando al cazador de osos por el Círculo Ártico, a otro aviador (un jovencito que vive para meterse en la cama con cualquier cosa que lleve faldas), y mucha ambientación, presentación de personajes que hacen cosas normales (beber; trabajar; emborracharse; beber; hablar del tiempo todo el rato, pues el tiempo es muy importante en esas latitudes; intentar meter a alguien en la cama), y nada que nos lleve a pensar que "cuando menos te lo esperes, se va a desencadenar la de Dios es Madre".


Y la verdad es que eso no llega a suceder en ningún momento, ni siquiera en la parte final, donde salen a la luz todos los misterios y secretos que guardan los personajes; ni siquiera se lía demasiado parda cuando el ex-Raf con cara de sádico empieza a mostrarse como lo que es (un asesino profesional), ni con la pelea de bar contra los marinos portugueses encabezados por un hombre monstruoso llamado Da Gama, ni con la visita al viejo chalado que se cree vikingo, ni con la presencia de la viuda del aviador muerto en un misterioso siniestro...

En serio, me ha parecido una historia muy extraña, con una construcción curiosa (sí, es lineal, pero...) y bastante atípica para lo que suele ser Jack Higgins. Está claro que, en el terreno literario, siempre se pisa terreno resbaladizo y no hay que dar nada por sentado.

Muy recomendable, no para los fanes habituales de Jack Higgins (que ya se la sabrán de memoria), sino para los que busquen un mecanismo de relojería que, en apariencia, no funciona... pero el caso es que sí.


(Tanto me gusta Jack Higgins, tan buen escritor me parece, tanto me entretiene y tanto se lo agradezco, que ahora estoy con otra de sus viejas novelas de aviadores: The Last Place God Made, de 1971. Esta sí que va al grano).




martes, 22 de agosto de 2023

Réquiem por los que van a morir, de Jack Higgins


 (De Facebook)

18 de agosto de 2023

Réquiem por los que van a morir (A Prayer for the Dying, 1973) de Jack Higgins es, prácticamente, un bolsilibro español, aunque el doble de largo (200 escasas páginas). No se acerca a la calidad de otras obras más extensas de Higgins, pero va al grano y es disfrutable por lo exagerado de sus planteamientos morales: el terrorista que voló un autobús escolar es el héroe, que se hace amigo del cura veterano de la II Guerra Mundial (y su sobrina ciega y pianista). Los malos son MUY malos, gángsters británicos sádicos, tratantes de blancas y de niños y de lo que haga falta, y además, tienen una funeraria propia. Martin Fallon, el "bueno", arrepentidísimo ex-terrorista del IRA, es un genio de la música, un tío leído, salido del Trinity College, con un don innato para las armas de fuego y oído perfecto. Vamos, un superhéroe, como lo es el muy superior Liam Devlin de Higgins, o el sucesor de Devlin, Sean Dillon.
Sin ser nada del otro mundo, entretiene y no engaña a nadie.
 
 
Ahora estoy terminando Al Este de la desolación (East of Desolation, 1968), que me está pareciendo muy peculiar dentro de la producción de Higgins. Pero sobre este título, mejor hablo cuando haya llegado al THE END.
 

 

domingo, 20 de agosto de 2023

Joe LaBrava, de Elmore Leonard


 

 (De Facebook)

16 de agosto de 2023

Joe LaBrava (1983) es otro ejemplo de dominio del diálogo en la obra de Elmore Leonard, un autor de oído excepcional, que aquí incluso se permite el lujo de rozar la metaficción dialógica, pues la trama gira en torno a una bella y retirada estrella de cine: los diálogos de sus películas se superponen sobre los diálogos reales. Y esto, por no mecionar las conversaciones a tres, en las que, en apariencia, nadie escucha a nadie. (Por cierto: buena traducción de Esteban Rimbau).
 

 
 
Esto, en el apartado estilístico. En el apartado de la historia, tenemos de nuevo a un héroe que podríamos intercambiar por Raylan Givens o Vincent Mora (de Fulgor de muerte), la presencia del policía Buck Torres (¡viva el elmoreverso!), y unos delincuentes tarados, estúpidos, ridículos, descerebrados, sacados de la mismísima realidad.
No me extraña que Tarantino dirigiera Jackie Brown (basada en una novela de Leonard), pues sus primeras y mejores películas, Reservoir Dogs y Pulp Fiction tiene una deuda impagable con el gran Elmore.
 


Y para continuar, he decidido embarcarme con Jack Higgins en una de sus novelas más famosas (de las pocas que no he leído), A Prayer for the Dying (1973), en castellano, Réquiem por los que van a morir, con Mickey Rourke en la portada de la edición de Versal. La peli no la he visto, pero la historia gira en torno a otro de los "entrañables terroristas" de Higgins, Martin Fallon, del IRA, al que todo el mundo quiere ver muerto. Fallon tuvo una aparición previa en The Cry of the Hunter (1960), publicada con el verdadero nombre de Higgins, Harry Patterson, y nunca traducida al castellano, que yo sepa. (Curiosamente, Higgins utilizaría el nombre de "Martin Fallon" como pseudónimo para publicar otras novelas de la época).
 

 

viernes, 18 de agosto de 2023

Fulgor de muerte, de Elmore Leonard


 (De Facebook)

12 de agosto de 2023

"¿Cuán buena es esta novela? Probablemente la cosa más convincente que pueda decir al respecto es que me ha costado dinero".
Eso es lo que escribió Stephen King en The New York Times el 10 de febrero de 1985 acerca de Glitz, de Elmore Leonard. También dijo que quizás era la mejor novela criminal del año.
Lo de King rascándose el bolsillo para leer un libro me resulta muy curioso, pues parece que, por aquellos tiempos (y supongo que hoy también), no tenía más que pedir tal o cual título para tenerlo completamente gratis. De hecho, el año anterior le habían enviado la prueba de imprenta de LaBrava (con la intención de que escribiera un "blurb", esas frases elogiosas que todos conocemos y que aparecen en las fajas de los libros), también de Leonard, y ni lo había tocado. (El artículo completo, en inglés, se puede leer en https://archive.nytimes.com/.../lifetimes/kin-r-glitz.html).
Yo he tenido que hacer el esfuerzo de leer Fulgor de muerte (febrero de 1986), es decir, Glitz en una buena traducción al castellano de Myriam Marzo, publicada por Versal, con una tipografía MICROSCÓPICA e INADMISIBLE, incluso en un libro de bolsillo como es éste.
 
 
En efecto, es una novela negra cojonuda (no sé si la mejor de 1985), que me ha permitido vislumbrar parte del elmoreverso, pues por aquí aparece Buck Torres, poli de homicidios de Miami, al que hace unos días me encontré en Pronto, del mismo autor.
Un desfile de personajes de todo calado y calaña, un poli humano, tanto que parece sobrehumano, y un villano odioso y patético, el violador en serie y asesino llamado Teddy Magyk. Y muchos casinos de Atlantic City, y tragaperras, y damas despampanantes, y todo lo que uno pueda desear de una historia negra, policial y criminal.
Qué tío más grande, Leonard.
 
PD: Hay traducción, Brillo, publicada por Emecé, que tendrá una tipografía más legible, sin duda. Ahora, ¿cómo será la versión al español...? Misterio...
 

 
 
PD nº2: ¿Cómo me puedo escapar ahora de leer, de inmediato, Joe LaBrava, si lo tengo aquí mismo y, ¡SÍ!, con un tamaño de letra perfecto para mis pobres ojos?
 

jueves, 17 de agosto de 2023

El amante de las cicatrices, de Harry Crews


 

 (De Facebook)

9 de agosto de 2023

Harry Crews (1935-2012) era el típico autor norteamericano que, después de impartir clases de escritura creativa en la universidad y lanzarle un par de severas miradas a su alumno Michael Connelly, se iba a al bar más cercano a pegarle una paliza a Jack Palance y a Chuck Connors juntos. O por lo menos, tenía pinta de que eso es lo que hiciera en su tiempo libre.
 

 

 
"El amante de las cicatrices" (1993; publicado en trad. de Javier Lucini para Dirty Works) es una novela extrañísima y mi primer contacto con Crews. Confieso que me incomodan las obras que no sabes si tomarte en serio o en broma, porque van de un extremo de la realidad a algún punto opuesto y lejano; pero lo cierto es que me la he bebido casi sin enterarme. Por lo que cuentan, es una novela inusual de Crews, pues se trata de una historia de amor. 
 

 
Personalmente, no sé muy bien qué decir, pues creo que es unas cuantas cosas más. Por ejemplo, es una historia que, por si hay alguna duda, aclara y recalca que no hay que cuidarse de Dios porque nunca hace nada, sino del Diablo, que sí ejerce en el plano terrenal.
Eso, y que volveré a Crews, el tipo que escribió una novela sobre un tipo que se come un coche, y otra que inspiró el célebre episodio de Los Simpson del "Día del Apaleamiento".
Bien.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Noche y niebla, de David Morrell

 


(De Facebook )

6 de agosto de 2023

Después de "He aquí el hombre" de Moorcock, que me ha parecido una historia con mucha mala leche y algún detalle digno de los Monty Python, me he cepillado Noche y niebla (The League of Night and Fog, 1987) de David Morrell, el artífice de First Blood, esto es, Acorralado, la primera historia de Rambo (el nombre de "John" llegaría después). Mis recuerdos de Primera sangre, leído en la edición de Bruguera hace años, son excelentes, una novelita ejemplar y muy recomendable, con una adaptación cinematográfica que le hace justicia. (Aunque lo cierto es que Rambo, en la novela, es bastante más cabrón y menos llorón que el del cine).
 

 
Noche y niebla es un entretenido thriller con unos siete protagonistas principales y un montón de secundarios. Recuerda un poco al, para mí, magnífico Jack Higgins de El confesionario, El solista y las novelas de Sean Dillon, ese horripilante y malvadísimo terrorista del IRA que, a la sazón, termina trabajando para el gobierno británico y hasta colabora con la CIA si hace falta. (Me pregunto qué habría sucedido si, en España, a algún autor se le hubiera ocurrido escribir, en los años 80, una serie de novelas sobre un etarra practicante y experto que termina trabajando para el CNI como súper agente a lo James Bond).
 


 
Me ha tocado las narices mi propia falta de precaución antes de abrir Noche y niebla, pues resulta que es el tercer volumen de una trilogía, y se nota en que los personajes tienen un pasado largo y tormentoso, esbozado en la novela para ponernos en antecedentes. Ea, la vida es así.
Mención aparte merece la PATÉTICA edición de Ediciones B, de junio de 1988, en una de sus colecciones de grandes éxitos, en formato grande, grande, grande... con una tipografía de tamaño 7 u 8, como mucho, casi ilegible para los que padecemos presbicia. De paliza, una vergüenza que sólo se salva gracias al buen hacer del traductor, Jordi Mustieles, y a la trama implacable de Morrell, repleta de encantadores hijos (e hijas) de puta.
 

 
De este mismo autor he leído alguna novela corta de terror ("Naranja de angustia, azul de locura", que es excelente; fue premio Bram Stoker de 1988), y tengo pendiente hacerme con sus otras aportaciones al horror fantástico. Un tipo interesante, Morrell. Pero en el terreno del thriller de espionaje, me sigo quedando con Higgins.