viernes, 16 de agosto de 2024

Comisión ejecutora (2004), de Gregg Hurwitz

Portada de Alejandro Colucci.


8 de agosto de 2024

Pues ya estamos de nuevo con Gregg Hurwitz, del que hablábamos por aquí hace unos días. Y esta vez no nos traemos entre manos un relato de aventuras fantásticas con monstruos sin apenas un disparo, sino una auténtica NOVELACA de, ¡sí!, tiros, tiros y más tiros. Y explosiones. Y estrangulamientos. Y acuchillamientos. Y malos perversos. Y malos aún más perversos. Y...

 

Portada de la edición original, 2004.


Contracubierta de la edición original. Todo lo que dicen ahí es poco. Andrew Klavan y Joe R. Lansdale están ahí, comentando lo buena que es esta novela.



Comisión ejecutora (The Kill Clause, agosto de 2004) me ha sorprendido muy gratamente y me ha ganado como incondicional de Hurwitz. Si Cuenta atrás (2001) me pareció una buena novela, homenaje a la larga tradición de aventuras, terror y monstruos que se remonta a Viaje al centro de la Tierra (1864) de Verne, Comisión ejecutora es un grandísimo policial que arranca como un procedimental emparentado con las novelas de asesinos seriales, pasa por el thriller legal de John Grisham, se mete en el suspense a lo Robert Bloch, se convierte en ficción de justicieros a lo Mack Bolan y, repentinamente, resulta que es novela criminal. O no. Y después... después riza el rizo.

El argumento

Tim Rackley es el eje en torno al cual gira toda la novela. Y resulta sorprendente que un protagonista tan obvio (pues la historia se relata en 3ª persona, pero siempre desde la perspectiva de Rackley), nos encontremos con un vagón de poderosos, atractivos (o despreciables, en ocasiones) personajes que no merecen el calificativo de "secundarios", pues absolutamente todo lo que hacen acaba influyendo de forma directa en la vida de "Rack", como lo llaman algunos de sus compañeros.

Tanto Rackley como su poderosa esposa son Agentes Judiciales Federales; en concreto, Rackley pertenece a la unidad de captura e intervención inmediata, una fuerza de choque que, como los bomberos, debe estar de guardia las 24 horas del día, pues no es un grupo de polis convencionales, sino los tipos a los que mandan cuando saben que se está cometiendo un delito, y existe una orden judicial de por medio. Por ejemplo, una transacción ilegal de estupefacientes. Por ejemplo, un asesinato. Estos agentes no son el FBI ni ningún cuerpo de policía convencional.

El relato arranca con la noticia de que la hija de cuatro o cinco años de los Rackley ha muerto. Un pederasta la ha violado, torturado y descuartizado. Además, los compañeros de Andrea Rackley han localizado al criminal, e invitan a Tim a que le eche un vistazo en la mismísima casa del asesino. Y ya puestos, le facilitan una pistola para ajusticiarlo y evitar a los contribuyentes los gastos del juicio.

Peeeeeero... el pederasta, aún cubierto con la sangre de la niña, dice o insinúa algo sobre alguien más. Tim escucha y deduce que, por mucho que el bastardo lo niegue después, cabe la posibilidad de una segunda persona estuviera implicada en el crimen. Y abandona la idea de matar al monstruo. Cosa que no resulta ser tan sencillo, pues no sólo fastidia a los compañeros de su mujer, envueltos directamente en el fallido ajusticiamiento, sino que tiene como resultado una serie de errores formales que habrán de desembocar en un juicio desestimado precisamente por eso: por errores de forma.

Ésto, claro está, no es la novela, sino el comienzo de una emocionante y fantástica aventura, pues Tim va a recibir una interesantísima invitación de un grupo de personas que, como él, ha sufrido el agravio de una ley que no es justicia. Y lo que Tim Rackley tiene por delante es una auténtica odisea inimaginable en la que la sangre no salpica, sino que brota a chorros.

 

***

Sólo me resta añadir (qué paradoja, que añadir te reste) que sólo conozco un relato remotamente semejante a este, pues aborda un tema parecido: se trata del tebeo Equipo Rojo (Red Team, 2013) de Garth Ennis con dibujos de Craig Cermak, cuya premisa, según el guionista irlandés, consiste en "¿cómo sería The Punisher si fuera realidad?" Y el resultado es una maravilla de la que han aparecido dos volúmenes. (El segundo es bastante más flojo que el primero, en mi opinión. Pero el primero es una obra maestra indiscutible).

 


Y para finalizar, una anécdota: Tim Rackley volvió a aparecer en otras tres novelas de Hurwitz: The Program (2005), Troubleshooter (2006) y Last Shot (2007). Según Wikipedia, The Program se tradujo y editó en castellano como Instinto primario. Maravilloso, ¿verdad?

 


 

Pues no. Me he comprado Instinto primario y es traducción de Don't Look Back (2014), otra novela de Hurwitz que nada tiene que ver con Rackley. No obstante, la leeré con gusto, pero seguiré maldiciendo al redactor de Wikipedia que metió la pata. Y no seré yo quien se ponga a corregir cosas en Wikipedia, que por menos de nada, te mandan a los municipales...

 

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