sábado, 20 de septiembre de 2014

Un nuevo enclave para el "Matilda Briggs" (y un vistazo a las cartografías que manejamos en nuestros viajes)


Este cuaderno de bitácora, abierto en febrero de 2006, acaba de cambiar su ubicación por motivos ajenos al capitán del "Matilda Briggs". Durante años, nuestros viajes terminaban siempre en el puerto de La Coctelera (en un islote pirata a caballo entre Madripur y Mompracem que, hasta el día 9 de octubre de 2014, se podrá seguir visitando aquí). Ahora recaemos cerca de la isla de Lincoln. Desde esta nueva posición, y si utilizamos la moderna tecnología del catalejo eléctrico, podemos avistar ciudades como Stahlstadt y France-ville, y por las noches contemplamos las constelaciones de las Tierras Oníricas y esa enorme Luna, tan grande que podemos tocarla con las puntas de los dedos. Nos esperan todavía muchos días de ocio en el país del Yann y visitas más o menos culturales por las universidades de Miskatonic, Camford o Strelsau.
Para los que lean por primera vez esta veterana bitácora de un barco que tiene nombre de mujer (una dama que pudo ser una viajera interplanetaria involuntaria o una vieja amiga de Jack el Destripador), presentamos aquí algunos de los mapas que consultamos habitualmente en nuestros viajes. Hay muchos más guardados en el armario del camarote del capitán, y proceden de lugares tan diversos como los sótanos del Almirantazgo británico, colecciones particulares, o palacios esculpidos en ónice. Esperamos que les sean de utilidad en sus cruceros.







1 comentario:

  1. Te deseo una buena singladura por los mares de este nuevo océano al que has trasladado tu Mathilda Briggs. Una pena que todas las entradas del antiguo post tengan fecha de caducidad. Pero qué no lo tiene en esta vida.
    Constato tu erudición cartográfica. Pero, ¡hombre de Dios!, te has olvidado del que quizá sea el que con más ansia buscamos los avariciosos y los que deseamos cambiar nuestro mísero status social por uno que esté más acorde con nuestras simples y lógicas ambiciones de tener dinero para costearnos esos deplorables vicios que no hay forma de sacarnos de encima. Me refiero al mapa del tesoro de la isla del ídem. ¿Es que piensas organizar una expedición por tu cuenta y quedártelo para ti solo? ¡Por las barbas de Senaquerib! Vigila tu caja fuerte porque el día menos pensado te haré una visita.
    En fin, lo dicho:
    Valor y al toro, que dirían Francisco Rivera y Francisco Ibáñez.
    AJC

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